Friday, December 18, 2009

LA MUERTE ES SUEÑO


Aún era octubre y el día de Muertos ya estaba presente en las calles mojadas del centro. Sólido, en dos cuerpos. Falda larga, pantalón a rayas, el mismo rostro blanquísimo rematando ambos: una calavera. A las puertas del Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla. Extendía el brazo, invitándonos, franqueando la entrada a uno de los eventos del segundo festival La muerte es un sueño.
Y en el patio, junto a una mesa larga donde tamales, chocolate y pan atravesado con huesos y ajonjolí se acomodaban junto a la pared derecha, asistimos al humo brotando en hilos azul–grises de una copa de barro, a la muerte de encajes negros de Posada, de pie en la escalera, recargada en el barandal, a las calaveras de azúcar y de chocolate y de unicel con brillos plateados.
En el patio de la tres norte casi esquina con Reforma se presentó un libro editado conjuntamente por el IMACP y la Universidad Autónoma de Puebla. La muerte es un sueño, obra que reúne quince narraciones de autores avecindados en la ciudad.
Los maestros Juan Sebastián Gatti y Beatriz Meyer moderaron y comentaron, mientras que de las páginas saltaban muertes soñadas y muertes en motocicleta, muertes para poner a trabajar a las autoridades. Gerardo Oviedo, Gabriela Puente, Iris García, José Luis Zárate y Gerardo Arturo Zepeda leyeron en tanto que en la calle la lluvia se hacía delgada y la noche echaba un vistazo a la ciudad entera.
A fin de cuentas, dentro y fuera del papel, en Puebla o en cualquier punto del globo –incluso fuera de él–, la muerte aguarda como en el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla, dentro del vestido de encajes, con una mano en el mentón o en la cintura, la otra apoyada en el barandal. Y a nosotros sólo nos queda caminar, acortando siempre la distancia con ella. A cada respiración, a cada latido, los pasos son menos.
Y la recreamos. De azúcar y chocolate, de trigo, con flores anaranjadas y altares en los que ofrecemos comida y bebida al alma de quienes se fueron, mostrándoles cómo eran en un instante de plata oxidada, en fotografías que son el centro de ese torbellino de flores y frutos y papel picado. Y escribimos sobre ella –la muerte en Puebla… ¿hay una muerte poblana?–. Y traemos a un artista desaparecido al lienzo, un mexica contemporáneo. Tal vez nos divirtamos con ella un poco para no llorar, para no gritarle y suplicar y huir en cuanto la veamos. Tal vez, en el fondo, pensemos la frase dicha en el homenaje a Jorge Reyes, ojalá no fuéramos mortales.

Tuesday, December 01, 2009

LAS CINCUENTA Y UN RUTAS


Con gemidos y gritos, con palabras que se saborean sobre la lengua y pétalos en la piel. A solas o en compañía de otro cuerpo, ajeno ayer y mañana, nuestro durante esa pizca de segundo, como una pierna o un brazo. Así empieza a deshacerse de la modorra el orgasmo.
Épocas antiguas han puesto manchas sobre él, tildándolo de maligno y hasta de diabólico. La ciencia lo ha hecho objeto de estudios psicológicos, antropológicos, entre otros.
Es una sensación difícil de amoldar a las palabras. La narrativa, la poesía, lo intentan desde la literatura. Y es en este terreno donde se inscribe la Antología mínima del orgasmo, editada bajo el sello de Ediciones intempestivas, editorial independiente avecindada en el estado de Nuevo León. Vía internet, los editores –Héctor Alvarado y Livier Fernández– convocaron a sesenta escritoras para que abordaran el tema del orgasmo “desde la poesía, la descripción, la crónica, el cuento… o cualquier otra forma que expresara en una cuartilla inédita ese imprevisible momento en que se densifica la vida”.
A la cita acudieron cincuenta y un autoras de países y generaciones distintas. Ana Clavel, Coral Aguirre, Elena Méndez, Elia Martínez Rodarte, Eve Gil, Guadalupe Ángeles, Lina Zerón, Matilde Pons, Odette Alonso, entre otras, llevaron el orgasmo femenino a poemas, historias, descripciones, una nota de disculpa, y hasta líneas interactivas que nos hacen buscar videos en Youtube.
En la antología existe un mapa donde figuran diversas carreteras y puntos de encuentro. Entre tapas color hueso y dos ilustraciones de Erika Kuhn, más de un texto transita los descubrimientos de la infancia. De las plumas de Eve Gil y Magali Velasco nacen personajes que confían sus recuerdos de niña: la poltrona de la abuela, un juguete de peluche, exploraciones y despedidas. En ambos cuentos se vislumbra esa vieja mancha que aún persiste: ocultarse de las miradas –“mientras mi abuela estaba inmersa en sus “novelas”, se me hizo hábito resbalarme”– o cambiar de nombre a esa “innombrada zona” del cuerpo –“Entre risas y gritillos ahogados comparábamos su cola, como le llamábamos a la vagina”.
La mancha de lo prohibido va tomando distancia. En algún cuento se echa de menos, pues con ella se esfumaron los orgasmos dentro del confesionario. Otros ignoran su existencia: Heteroflexible, de Elena Méndez, y Juego de muñecas, de la veracruzana Orfa Alarcón, por ejemplo. Frente a estos textos me atrevería a asegurar que la mancha se cubre los ojos y se pone roja. Y es que aquí el orgasmo se muestra de frente, a través de frases como “Me vine como a los dos minutos” o “una voz en mi cabeza decía trío”, en una atmósfera donde el antro gay y la fecha “ridícula” de globos y rosas apuntalan la idea del sexo sin ataduras, incluso sin amor.
Juegos donde ninguna preposición se repite, poemas con silueta de flor o ajustados a una canción de José Alfredo Jiménez, viajes, a veces sin retorno, añaden puntos a este mapa de cincuenta y un rutas.
La Antología mínima del orgasmo se presentará en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2009, salón Elías Nandino, el día 4 de diciembre a las 13:00 hrs., con la participación del escritor Alberto Ruy Sánchez y algunas de las autoras.

Thursday, November 12, 2009

ALEJANDRO MENESES EN EL FIP 2009


JUEVES 12 DE NOVIEMBRE
Conferencia: Alejandro Meneses “Tan lejos, Tan cerca”. Y retrato literario: Alejandro.
Diana Hernández, Elías D’Alva y Judith Castañeda.
Jueves 12 de noviembre
12:00 horas
Casa del Escritor

Sunday, October 25, 2009

UN PASEO POR LOS LIBROS


No bastan las horas que van del mediodía al anochecer, ni llevar zapatos cómodos o una bolsa grande, resistente. Hacia donde se voltee son lonas y mesas cundidas, cartelones amarillo fluorescente, anaranjado, letras y números negros, gruesos, en lo alto. Son las mesas de oferta, es la Feria del Libro del Zócalo. Editoriales y librerías repartidas por toda la plancha, rincones de poesía y representaciones teatrales, circenses, estatuas vivas y hasta la Catrina, que por estas fechas empieza a recorrer las calles para ver a quién más le arranca el vestido y lo deja en los huesos.
Recorrí el zócalo hasta que mi pulso se mudó a los zapatos –tenis, para caminar mucho, cómodamente, que terminaron dejando pasar la dureza del cemento–, hasta que el sol se empezó a despedir del día. Las carpas blancas se ven desde varias calles antes. Ríos de gente, muchos preguntando por un título en específico, la mayoría recorriendo los espacios para encontrar el libro de rebaja, o el que todos tienen en la mesa de noche. En el primer stand se exhibían gangas en papel fluorescente. Pamuk, Lobo Antunes, el Che, Fidel Castro, a treinta pesos (¿¡treinta pesos?!), diccionarios enciclopédicos por cien. Literatura, historia, política, biografía, obras de referencia. La bolsa creció en peso y ancho pronto. Como muchas durante ese día y los días pasados. Encontré el lugar del Fondo, de Random, de Tusquets, de Planeta, Siglo XXI y Anagrama, las respectivas mesas donde el libro tiene la mitad de su precio, la tercera parte. En lo alto, cartelones anunciando veinte por ciento menos, treinta menos. Y la gente hojeando. Mucha. Sí, el asunto aquí es poner los libros cerca y al alcance de los lectores.
En el zócalo también hay sitio para las editoriales independientes, las que ofrecen libros hechos a mano, papel lleno de pliegues portando poesía e ilustraciones a más de una tinta, los que encierran lecturas para esa tribu urbana de piel muy blanca y ropa muy negra, las que no ofrecen un catálogo comercial. Me encontré conmigo en el acervo editorial de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, un espejo de tapas color arena y ochenta y cuatro páginas donde una mujer no permite que la alcancen –fue emocionante.
Además, en la feria cabe la palabra con soporte de aire, salida de un cuerpo vestido con pintura blanca, mallones, corbata y lentes, que espera a quien le extienda un papel tomado del sombrero a sus pies. Y entonces le roba unos instantes de vida al fragmento que lee para luego regresar a la inmovilidad.
Junto a esa vida caminó también la figura de la muerte de Posada. Un hombre robusto, de cara blanca y encaje en la falda y el sombrero. La Catrina, pidiendo la “calaverita” y así posar frente a la cámara del celular en completo silencio. Apenas los ojos un movimiento de cabeza. Sí, a cada quien le llega la cita con la Flaca. También al encuentro con los libros de este año, prolongado por la enorme marcha de los electricistas, a quienes agradezco el haber encontrado feria en martes.

Friday, October 23, 2009

ABONO PARA LÁGRIMAS (REZA POR MÍ)


No. No es meter a la fuerza una maleta en el anaquel más cercano. En uno pequeño, donde se aferre hasta con las uñas en cuanto queramos sacarla. No. En realidad el surco es el mismo, ambos extremos prolongación uno del otro. Y entonces cabe la palabra como si el espacio se hubiera creado para ella. La tierra de la vida y de la muerte es la misma. Es espejo. Basta mirarse. Basta tocarlo. Basta romperlo. Y estamos del otro lado. Entonces somos nosotros, a quienes abandonan para ir al otro lado del surco, los remitentes del sobre con escasas tres palabras. Y metemos esa súplica en el bolsillo del pantalón del que se va. No se trata de un Quédate por favor, de los jaloneos y gritos y portazos. Es el Reza por mí bebé, casi niño, apenas llega a la estatura de murmullo. Sostenemos la mano, la apretamos, de todos modos se rompe. No esta hecha de piel y huesos, sino de cristal. Es una nada transparente y débil y temblona. Ahora estamos solos. Nos queda la sangre en los dedos, la voz en lo alto, la silueta dentro de la memoria, en algún incierto papel fotográfico, perdido entre inciertos papeles fotográficos, una promesa dentro de la mirada muerta –rezará por los vivos–. Aunque en verdad quisiéramos ese cuerpo cerca. Muy cerca, respiración con respiración. Sonreímos; por lo menos un pedacito nuestro se va con él (ella). Es entonces o luego cuando llega el fertilizante. La publicidad: Te fuiste tú también, completo, no un pedazo nada más, eres un rincón hueco que debe llenarse. Reza por mí, repite. Reza por mí. Gotea, sopla, gotea… Un suspiro vencido. Es nuestro y no lo sabemos. El avivador de crecimiento viene de una tecnología que da a luz objetos redondos y sin centro, brillantes, que sin embargo no alcanzarían a alumbrar un diminuto cuarto de castigo a media tarde. Sí, nos dice el infomercial, aplícalo, las gotas y el aliento trabajan alternativamente, acabarán por vencer la piedra, mira, lo dice en la garantía, vale hasta la caída de las ciudades y si no es de tu entera satisfacción te devolvemos el triple de tu dinero, pero funciona, basta dar vuelta al tapón y verter el contenido, a solas el efecto es doble, hazlo, pruébalo, y pronto verás un brote de llanto al fondo de la garganta…

Thursday, October 01, 2009

DORMIR, SOÑAR...


Festejar porque ganamos la lotería, comandar un barco en el siglo XV, escuchar el canto de las sirenas, apretar la mano de alguien que no hemos visto desde la infancia, la secundaria o el empleo anterior, o desde que le arrojaban claveles entre paletadas, rezos y pañuelos negros, todo ello mientras tenemos los ojos cerrados y el despertador está a uno o dos segundos de hacernos brincar… Actos que caben dentro del amplio país de los sueños.
De este territorio se han trazado varios mapas: desde el psicoanálisis, desde libros de dudosas interpretaciones llamados diccionarios de los sueños. Desde la literatura, la narrativa, como lo hace Alejandro Badillo en su primer libro, editado por el Fondo Editorial Tierra Adentro. El autor nacido en la ciudad de México tiende sus coordenadas entre dos ejes: la atmósfera y el lenguaje.
En Ella sigue dormida, Alejandro fija ocho puntos en el plano, ocho cuentos donde el personaje central es la atmósfera.
Desde la portada, trazos que forman un rostro verde azuloso y rosa, hechos con óleo y espátula, nos invitan a pasar de puntillas, buscando con los pies el sitio donde el tablón no cruja. El dedo en mitad de los labios, clausurándolos, es una petición de silencio, casi una orden, porque más allá flota un aliento acompasado que podría alterarse con nuestra presencia. Porque allá, entre inciertas sábanas y almohadas de plumas, alguien duerme.
Y entonces entramos. Las páginas susurran. Primera, segunda, tercera persona. A veces no sabemos de qué lado de la frontera estamos, como en el cuento Cortometraje, donde el sueño se proyecta en una pantalla cinematográfica y la segunda persona nos habla como si de una conciencia se tratara. En él volvemos a ver a una persona muerta hace casi cinco años, ya que este texto es uno de los ejercicios que a manera de tarea dejaba el escritor tlaxcalteca–poblano Alejandro Meneses en los primeros tiempos de la SOGEM en la Casa del Escritor.
Las imágenes vertidas en los sueños no pueden controlarse. En ellas mezclamos deseos con lo que nos pasó ayer en el trabajo, por ejemplo, y se lo contamos a un antepasado, a un amigo de la adolescencia que se hace más joven mientras nosotros envejecemos. Y Alejandro lleva este aspecto al extremo opuesto en la Historia del durmiente despierto. En torno al personaje, el autor levanta una casa, una especie de prisión en la que las posibles entradas–salidas parecen cambiar de sitio y permiten el tránsito de otros soñantes, quienes se encuentran allí de paso. Aquí, el sueño ha controlado a Abou–Hassán, constituyéndose en algo parecido al Palacio de los sueños, del albanés Ismail Kadaré. Pero a diferencia de la novela publicada en 1980, este Tabir Saray no es un edificio que se pueda encontrar en la calle, al que se lleven documentos con el sueño y el soñante escritos, sino que está inserto dentro del personaje y se construye a sí mismo.
Así, al avanzar páginas, nos encontraremos con dobles que atraviesan el espejo, en un hotel, para luego desaparecer del centro comercial antes de su apertura, con el sueño en traje azul, vuelto sombra que deambula en los pasillos de un hospital y traga cápsulas para no recordar cómo mató a su madre, con el Gran Último Sueño –la muerte– vestido de bruma que vigila desde un nosotros cada paso del náufrago en una isla, guardando al mismo tiempo su posible pasado y su seguro porvenir. Tropezaremos con atmósferas de aguas turbias, como en las que nada Tony Curtis, el pez del reconocimiento en el consultorio, con imágenes que tal vez se entretejan en nuestra almohada, por la noche, para que soñemos que alguien nos observa desde un árbol del jardín que compartimos con los vecinos, muy cerca de nuestra ventana, mientras seguimos dormidos.

Saturday, August 08, 2009

DICEN QUE SE LA JUGARON...


Las sombras, espacios grises, cónicos, creados en la frontera de una lámpara, a la vuelta de la esquina, a veces tan densos que parecen hechos de piedra. Ellas guardan un vientre en el que caben desde los monstruos de las pesadillas infantiles hasta nuestro propio cuerpo, quienes éramos y los que seremos –o los que deseamos ser, lo que queremos lograr–. La sombra del cuerpo es el cuerpo del alma, escribió Oscar Wilde en el cuento “El pescador y su alma”.
El escritor chileno Luis Sepúlveda hace lo propio buscando la memoria de su lugar dentro de las sombras. El país de hace años, cuando decir sombra era convocar prisiones con cara de fábrica en quiebra, torturas hasta la madrugada, personas sin nombre y nombres sin un espacio sólido al cual amoldarse, tumbas sin señalamiento alguno, lejos de las otras, las de mármol y enrejados y flores junto a la cruz. El autor de Un viejo que leía novelas de amor saca una punta del pasado de entre la oscuridad y la extiende en un libro. En su novela más reciente.
La sombra de lo que fuimos, merecedora del Premio Primavera de Novela 2009, convocado por la editorial Espasa Escalpe y Ámbito Cultural de El Corte Inglés, narra el encuentro de cuatro amigos antiguos y su plan para robar un dinero oculto en una cafetería. Tres de ellos –Cacho Salinas, Lolo Garmendia y Lucho Arencibia–, reunidos en una vieja refaccionaria, esperan al especialista, Pedro Nolasco, apodado “La sombra”. Mientras llega, los tres barajan recuerdos de cuando la dictadura, de los hermanos muertos y Europa, de la nostalgia del país que fue. Comen pollos –Cacho Salinas los odia, “por estúpidos”– y entonces aparece en el portón un viejo conocido: Coco Aravena. ¿Y el especialista?, ¿y Nolasco? No podrá llegar a la cita: la mujer de Aravena, Concepción García, lo mató con un tocadiscos, accidentalmente y desde su departamento en el segundo piso, en medio de una pelea con su marido.
Frente a ellos, el inspector Crespo y la detective Adelita Bobadilla son meros testigos de una aventura con la que se recrea el pasado. Los dejan hacer. El éxito o el fracaso del robo, al final, es lo de menos. Esta novela trata sobre el recuerdo, sobre las sombras proyectadas por estos personajes, que son las mismas de otros tantos sobrevivientes de los setenta. Hacia el pasado –el 16 de julio como fecha simbólica para el robo, una “efeméride personal” de Nolasco–, hacia el futuro –la duda ante la muerte del especialista, el “¿qué, nos la jugamos?”–, hacia el país que recuerdan y hacia el que volvieron –con los nombres de las calles cambiados y lugares vacíos donde recordaban una casa, un comercio–. Cada sombra intenta tocar esos cuatro puntos.
Y el autor lo logra con su característico sentido del humor, con amenidad, construyendo personajes demasiado aficionados a las películas, que crean cómicos y poco creíbles guiones para justificar el encuentro con el muerto accidental, o el recuerdo de ese muerto, acompañante de los hombres hasta el final de la misión, a la esquina del café a las seis de la mañana. Luis Sepúlveda arroja una brizna de luz sobre la historia del golpe militar en Chile, y bajo esa lámpara, cuatro exiliados eternos ponen la sombra de lo que fueron sobre la mesa.

Tuesday, July 14, 2009

DIOS DE ARENA EN INTOLERANCIA DIARIO...


(Tomado de la columna semanal El devorador de libros, Alejandro Badillo, diario Intolerancia)


Dios de arena reúne nueve cuentos que reflejan el doloroso proceso que significó para los indígenas mexicanos la Conquista de México y la imposición de nuevas costumbres y un nuevo dios. Este tema ha sido abordado —muchas veces con mala fortuna— por escritores mexicanos y extranjeros. A pesar de la importancia y, sobre todo, de las posibilidades que ofrece la Conquista, algunos han cedido a la idealización barata del indígena, veta aprovechada muchas veces por el cine de oro mexicano; también está el panfleto político comprometido pero insulso; incluso el humor involuntario de autores extranjeros que buscan en la Conquista un escenario exótico para desarrollar tramas hollywoodenses de heroínas sin mácula y guerreros aztecas, fornidos, dignos de afiche o de estampa escolar. Para una muestra de estas tropelías recomiendo la lectura del espléndido Anecdotario de viajeros extranjeros en México de José Iturriaga de la Fuente editado por el Fondo de Cultura Económica.
Judith Castañeda se enfrentó a la Conquista desde dos puntos de vista, más enriquecedores: el lenguaje y la imaginación. Los cuentos no tienen el asidero de fechas exactas, ni un ánimo totalizador o, peor aún, didáctico. Para eso están los libros de historia. La narradora, como en toda su obra cuentística, se apoya en la ficción y en su talento para crear atmósferas y estados de ánimo que otorgan profundidad a los personajes y a sus historias. En Dios de arena podemos encontrar una constante de la narrativa de Judith Castañeda: una voz que narra desde la incertidumbre, que no pontifica, ni se pierde en elaborados discursos, ni lleva por caminos seguros, previamente delineados. La voz de los personajes que se mueven en Dios de arena es desvalida, siempre refleja alguna pérdida, la muerte que se rememora, que pesa en el cuerpo y que se contempla en todos lados.

Wednesday, July 08, 2009

A CAZAR OSOS EN LA MATRACA


Felicidades, Alejandro Badillo por la aparición del primero de "los trillizos", y me refiero al libro Ella sigue dormida editado por el Fondo Editorial Tierra Adentro.
"...Las imágenes que Alejandro Badillo pone sobre la mesa en estos cuentos logran una peculiar reproducción de los sueños, el miedo, la paradoja y otras sensaciones que la soledad crea en el ser humano. Los personajes de Ella sigue dormida nos cuentan sus experiencias siempre sensoriales, que nos permiten descubrir ya sea a un hombre solitario que asiste al cine sólo para darse cuenta de una realidad alterada..."

Friday, July 03, 2009

¿ESTO ES LA MUERTE?

En la fotografía que se arrincona en esta página se ve a tres hombres en el borde -auténtico, violento- de la muerte. Otros hombres, también desamparados, apuntan sobre ellos sus pobres armas. Todos parecen ajenos, lejanos, tristísimos en su condición de hombres que matan y que mueren. Los que disparan, con seguridad, también ya han muerto. La imagen detiene, indefinidamente, el instante de la nada.

Ante la muerte sólo hay preguntas. El "empujón brutal" (Miguel Hernández) siempre será sorpresivo y uno deseará, siempre, ser el hortelano que llora, no el que muere. Pero en la muerte no hay deseos, supongo.


La enfermedad y el accidente son absurdos. No hay razón en ellos. El cabello se eriza y se rebela ante tales posibilidades. ¿Quién puede imaginar su muerte? Hay opciones: la cama, el cáncer, el paredón, el asalto, la mala vida, el mismísimo corazón, una caída -como la de mi padre- desde veinte metros de altura, la soga, la comida, el alcohol, los barbitúricos, el golpe, la bala, la vida vivida, una bala. Todo mata.


La muerte tiene aliento y huele a flores. Es de noche.


Mis abuelas muertas eran jóvenes vivaces, conocían todo sobre el comino, la albahaca, los guisos ancestrales, las sábanas blancas. Me conocieron a mí, que he de morir. Cuando vemos a alguien, vemos su muerte. En el recuerdo sólo hay lluvia.


Es conocida la historia que Borges recuenta: un jardinero pide permiso a su patrón para irse de la ciudad porque ha visto a la Muerte. En realidad, la Muerte quedó sorprendida al verlo, porque esa noche lo tomaría en el lugar al que huyó. Así, la vida: uno va al encuentro de su muerte.


La muerte rejuvenece: ahora, mi padre, López Velarde, Jesucristo, José Carlos Becerra, James Dean, Jim Morrison, muchos más, siempre serán más jóvenes que yo.


En el espacio confuso de los sueños, en la madrugada, alguien susurra: es la muerte fiel. Sobre las huellas que dejamos en los objetos, la muerte sopla. Va y viene, Ella, por nuestra vida.


Asustado, el recién muerto pregunta: "¿Dónde estoy?"


Sobre la mesa -cubierta de papel de China morado-, hay velas, panes, licores, complejas viandas, sencillas flores. En el claroscuro de la habitación, hombres y mujeres rezan por sus muertos. Los niños juegan con sus calaveritas.


¿Cómo seré cuando no sea? En las fotografías que permanezcan alguien verá mi rostro, mis ropas, mi antigüedad, el cielo de un noviembre irrecuperable. Verá a mi hija junto a mí, a mi mujer que me toma la mano para siempre, a los niños de la tarde de ese parque. Además, un personaje siniestro, a quien nadie reconoce, que se coló a la fiesta y aparece a mis espaldas.




Alejandro Meneses.
Tomado de la revista Erinias, No. 4, invierno 2005-2006, pág. 23. Escuela Libre de Psicología.

ALEJANDRO MENESES, A CUATRO AÑOS DE SU MUERTE


Me acuerdo (cuatro)
Judith Castañeda Suarí.

Hoy necesito un vodka y ¡maldición!, hay ley seca. Necesito una mesa en el rincón, junto a la barra, a una ventana clausurada, con barrotes, necesito el muro con las fotografías del antes y después por donde caminabas, la fuente adosada a la pared. Te necesito a ti. Al gurú, al Meneses, a mi profe de los jueves y los martes y los miércoles del taller, de la oficina.

Hoy sólo puedo imaginar que todavía andas por el centro, que sigues diseñando el suplemento cultural de los sábados, y siempre, acordarme de ti, verte de papel, a través del agua y la sal, sonriendo, en la escalera y con tu Casa vacía entre las manos. Un día de hace más de cuatro años, cuando me tomé la única fotografía contigo.

Y me acuerdo. Otra vez. Casi medianoche, carnes después de los vodkas, las cervezas y el refresco (yo), después de bailar a ritmo de una canción de los ochenta, de un grupo para adolescentes, de cuando la preparatoria o la secundaria. Caminamos hasta encontrar un taxi, luego de la lluvia. Cuatro alumnos y el maestro. Nos graduaste. Por supuesto a la siguiente semana llegué al taller puntual. Y me recibiste.

También recuerdo los talleres fuera del taller. Los ejercicios (las tareas). Que se muere el Papa, qué pena (yo), tu risa detrás del vaso. Y la última tarea, la que no alcanzaste a revisar, alguien planea un crimen mientras cocina. Como aquel día, oprimo teclas pensando en ti. Una diferencia: hoy sé que eres de aire y que estás alrededor y arriba y lejos y cerca y en tus cuentos –en Altzayanca, en Huamantla, en Ángela y la sequía, en las canciones de los Doors– y en los nuestros, los escritos y los por escribir. Ese martes me asaltó la noticia por teléfono. Todavía incrédula, todavía intentando el parece, el ojalá que no sea cierto, todavía una frase sin las pesas que le puso tu fotografía blanco y negro entre flores, más noche, en el centro, por donde me gustaría verte pasar de nuevo.

Monday, June 15, 2009

EN EL PRINCIPIO (fragmento)

El cuento completo aparece en la Antología Mínima del Orgasmo, publicada por Ediciones Intempestivas y presentada el 11 de junio a las 8:00 de la noche en la Casa de la Cultura de Nuevo León.
En el principio (fragmento)
Judith Castañeda.

Antes sólo era apretar las piernas, tal vez cruzarlas, hacer bocetos tuyos cuando no estabas. Y se cumplía la resurrección de la carne. La marea acercándose en el suelo, rombos y trapecios donde antes había cuadrados. Subía sin giros ni ecos, apenas hormigueos de plumas que empezaban a destejerse, a batir alas puntiagudas. Un picor entre los muslos me despertaba. El asiento, la madera. Entonces paría brotes nuevos hacia adentro. Y me trenzaba. Era el último filamento, el pistilo.
Luego fue un "tú" sólido. La primera vez lo vi, las demás lo deduje. Por el camino. Las mismas vueltas, las mismas pausas. De repente un callejón sin explorar. Entonces perdía corporeidad: llama sin intermitencias, amarilla entre flores amarillas, asistente al calor, a su escenario de girasoles polvorientos.

Thursday, June 04, 2009

PRÓXIMA PUBLICACIÓN EN LA REVISTA CRÍTICA


Dejo el fragmento de un cuento que publicará la revista cultural de la Universidad Autónoma de Puebla, Crítica, en su próximo número, julio-agosto 2009.


La flor del frío
Judith Castañeda Suarí.

I
La tapa cubriendo las teclas acalló los pocos aplausos después de la canción. Subí sin voltear, viéndote en cada escalón. Las piernas cruzadas de los viernes a las once de la noche, hilos de tabaco, una libreta. El cuarto de la azotea. Cierro. Aunque lo quisiera, no te quedas al otro lado de la puerta; es innecesario arañarla, abrirla o deslizarse por debajo; entras como mi respiración.
Arrastro los pies hasta la silla, me dejo caer. Un cigarro y un puñado de cacahuates que tomé de la barra, mi cena. Reviso los bolsillos, la propina de hoy no alcanza para convertirme en sonaja, cada vez son menos las monedas dentro el vaso de unicel. La guitarra en la pared. El clavo debe estar oxidado pero no voy a cambiarlo. Aquella fue la última vez que la toqué. Me levanto y acaricio el aire en torno al mástil, te veo en su cuerpo redondo, tu voz está en las cuerdas.
Desvío los ojos. La pared, el techo, el foco incapaz de alejar la oscuridad. No te separas ni un instante. Como lo hace con la guitarra, tu presencia rodea la ampliación de la fotografía que me acompaña al despertar y en la vigilia. El dueño del bar ha subido a guardar las cajas de cerveza, los cigarros sin filtro, las franelas rojas, las imágenes blanco y negro de algunos clientes. Sólo le acerca la vista, nunca los pasos.
La única ocasión fue luego de ofrecer disculpas a los clientes e invitarles una ronda de cualquier bebida, nacional o importada. Subió. Sus pasos se escuchaban hasta la barra, estoy seguro. Golpeó la puerta, la aventó, la hoja abanicó muy cerca de mi hombro, alcancé a esquivarla cuando rebotó contra la pared.
Apenas lo escuché. Algo acerca de ni siquiera sostener la guitarra como se debe, de echarme en ese momento, de mi voz parecida al chillar de los puercos. Cuando su puño se acercó a la ampliación yo abrí el mío y apreté su cuello. Le temblaba, un hilo de saliva humedeció su playera de lamparones. Me miró. Los tatuajes sólo los usan las malas personas, la voz de mamá. ¿También él lo pensaría, repasaría los nombres, los rostros, la vestimenta de las pandillas del rumbo, intentando ubicar el corazón y las llamas en otra mano derecha, la mirada casi púrpura al momento de amenazar? No sé si lo recordó de otro sitio, lo dejé creer.
–Te partiré en dos si respiras delante de ella otra vez.
Bajó la vista, después al bar. Ni un puñetazo a la pared o un escupitajo. Cerró la puerta como si fuera de cristal y luego lo escuché gritándole a los meseros: una mancha en la barra, descuentos serios en la paga por los vasos rotos desde la quincena pasada, más tiempo para llevar la cuenta, para recoger el cambio, rápido, la mesa cinco, ¿ya les preguntaste si no quieren ordenar?, hoy no hay propina…
El mundo enmudeció estando junto a tus venas, al acoso de mis dedos. Como hasta ahora, recordé la entonación al momento del flashazo, imité la pose de ese día. Por horas fui sombra de mi propia mano; lo repetí más de dos semanas pero la voz con la que cantaste no llegó. Luego probé durmiendo con los audífonos, escuchando la versión original hasta ver el fin de la madrugada en la ventana. El tema número doce, casi el último. Canté sin acompañamiento; el temblor en mis manos no fue el mismo, parecía asistir a un concierto donde la música es consecuencia de arañar los cristales. No funcionaría.
Miré el disco, lo froté antes de partirlo en dos. Los semicírculos perforados en el centro no liberaron ninguna canción, el brillo color plata era una burla sobre el suelo; esa sonrisa continuaría callando aunque le acercaran un encendedor al tiempo de interrogarla.
Susupiré mientras recogía los pedazos; ahora “La flor del frío” esperaría en mis recuerdos hasta que llegara a buscarla. El siseo de la aguja en un acetato viejo, el piano, el cantante y su voz de ebrio, el disco que compré en una tienda clausurada hace mucho: basura y polvo en el fondo del bote. Entonces, por primera vez en meses, recordé mi intención de cortarte las manos si no lograbas repetir la canción. Meneé la cabeza, aspiré, me eché agua en las sienes; debía haber otra respuesta, otro camino para alcanzarla. Quizá si regresaba junto a la ampliación…

Wednesday, May 27, 2009

EDICIONES INTEMPESTIVAS, EN MONTERREY


Antología mínima del orgasmo, en la que participo con el cuento corto "En el principio".

Thursday, April 02, 2009

DESDE LA FILA

Los cortes a la circulación en el Centro Histórico de la ciudad se aunaron a la marcha del reloj. Voy a llegar tarde… El partido de la “decepción” me hizo pensar en una fila corta, lo suficiente para caber sin problemas en la esperanza de entrar. La oficina de correos, la catedral, el zócalo. Por fin el Teatro de la ciudad. Recorrí la fila buscando un rostro familiar. Ninguno. El final casi toca la dos oriente, alguien conocido. En realidad dos. Entramos. Iba asombrada tanto por la cantidad de asistentes como por el rango de edad: jóvenes, adultos, contemporáneos del autor nacido a mediados de la década de los cuarenta.
El teatro lleno. Las palabras de inauguración a cargo del director del Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla, de la presidenta municipal, de los organizadores del festival In-Edit, cuya primera edición se realizó en el año 2003, dieron paso a la charla con el autor de La tumba, José Agustín.
El paseo por grupos como los Doors, Molotov, por cantantes como Julieta Venegas –la seguía antes, en los últimos discos ya no tanto–, José Alfredo Jiménez, el recuerdo del 68 y los discursos de quien en ese momento ya no era estudiante, las anécdotas de los discos que su padre le obsequiaba, en sus frecuentes viajes a los Estados Unidos, de la boda a los 17 años que le permitió vivir siete meses en Cuba, las risas y aplausos constantes del público, desembocaron en una caída de más de dos metros de altura.
Volteada en ese instante, sólo escuché un golpe seco. El autor de la trilogía Tragicomedia mexicana yacía inconsciente bajo el escenario. Dicen. Una multitud se acercó a pedirle autógrafos, él dio unos pasos hacia atrás, estaba junto a la orilla, las ambulancias tardaron más de quince minutos… Hoy, después de ocho fracturas, los diarios y los médicos lo reportan estable. Yo sólo espero que se recupere muy pronto y que se subsanen las faltas en la organización de eventos posteriores para evitar accidentes como el que aconteció la noche de ayer.

Friday, March 20, 2009

ENCUENTRO DE ESCRITORAS

Temáticas y estilos diferentes se reunieron en el auditorio Elena Garro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Puebla entre el 11 y 12 de marzo, escritoras con una trayectoria larga detrás, escritoras de obra reciente. Isa González, Maribel Vázquez, Eve Gil, Iris García, Miraceti Jiménez, Alinne Petterson… Todas convocadas por el Centro de Estudios de Género, por el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla.
Fueron dos días en los que se habló de literatura, si existe una literatura femenina, en los que se leyeron novelas que cuentan a tres generaciones de mujeres o que proyectan la realidad actual hasta un punto probable, no tan lejano, al tiempo de hacernos reír y buscar coincidencias, cuentos de mujeres contrarios a lo que llamaríamos “buenas costumbres”, donde hubo vistazos al asesinato de una cultura.
Opiniones más que una conclusión: ni fórmulas para escribir, ni literatura femenina o temas sólo abordados por mujeres. Hay vidas, obsesiones, inquietudes, lugares desde las que se aborda la creación.

Tuesday, March 17, 2009

Y LAS FRONTERAS SON CADA VEZ MÁS DIFUSAS...

¿De quién debemos cuidarnos?
Repudiamos agresión contra escritores


A la presidenta constitucional de Puebla capital
A la comunidad artística en general
A la población en general

El día 14 de marzo, aproximadamente a las 3:30 horas, los escritores Federico Vite, Miguel Ángel Andrade y Álvaro Solís fueron víctimas de una brutal agresión policiaca en pleno centro histórico de la ciudad de Puebla capital, en México.
Lo que comenzó como una revisión rutinaria derivó en una serie de atrocidades que pusieron en peligro la vida de Vite, Andrade y Solís. Los escritores se dirigían a sus respectivos domicilios cuando fueron interceptados por cuatro policías armados, quienes descendieron de una patrulla (camioneta Dodge, cuyo número se omite para no entorpecer las averiguaciones) y de inmediato los amagaron con armas largas. Golpearon a Vite, Andrade y Solís; los esposaron, los atacaron en el piso y los aventaron a la batea de la camioneta.
Los insultos, intimidaciones y vejaciones duraron aproximadamente cuarenta minutos; el comando dedicado a salvaguardar la seguridad de los habitantes de esta ciudad abandonó a los escritores en un solitario paraje a las orillas de Puebla.
La golpiza incluyó amenazas de muerte, burlas y encañonamientos con armas largas, además de una constante humillación y vejación a los escritores. La ira y violencia de los policías se desató cuando Federico Vite se identificó como reportero del periódico Intolerancia. Algunos de los insultos y amenazas que profirieron los policías durante el trayecto en la camioneta fueron: “¿Crees que por ser de la prensa no te podemos partir la madre?”, “la prensa se ha encargado de humillarnos ante la sociedad, a ver si a golpes aprenden a callarse”, “¿te crees muy cabrón sólo porque eres periodista, ahora vas a aprender a callar?”.
El evidente desprecio y rencor de los policías refleja la impunidad que desde hace tiempo rige este país. Recordemos, por ejemplo, que en el estado de Puebla se ordenó la persecución de Lydia Cacho Ribeiro; además, Puebla, de acuerdo con el Centro de Periodismo y Ética Pública (CEPET), es el cuarto lugar nacional en agresiones contra periodistas.
¿Qué confianza hay en los grupos policiacos, cuando en lugar de salvaguardar la seguridad de los habitantes son los encargados de asaltar, golpear, humillar y amenazar a los civiles? ¿Cómo es posible que el Ayuntamiento de Puebla se haya gastado un par millones de pesos en publicidad e imagen y en un año de gobierno no haya invertido el mismo capital, ni mucho menos, en sanear los cuerpos policiacos?
El combate a la delincuencia no exime, por ningún motivo, el respeto a los derechos humanos. La inseguridad es otra forma de evitar la libre expresión de ideas. Exigimos el irrestricto respeto a las garantías individuales de los escritores, hacemos público nuestro apoyo a los compañeros y manifestamos nuestro repudio en contra de estos hechos. Exigimos que se castigue a los responsables y se garantice la seguridad de Álvaro, Federico y Miguel Ángel.
El ultraje que sufrieron estos jóvenes representa también un agravio directo contra toda la comunidad literaria de Latinoamérica, por este medio nos solidarizamos con ellos.

Puebla de Zaragoza, México
14 de marzo de 2009

Monday, February 16, 2009

AIRE NEGRO EN LA LIBRERIA DEL COMPLEJO UNIVERSITARIO...


Este fin de semana encontré una muy agradable sorpresa en la librería del Complejo Universitario de la Universidad Autónoma de Puebla. Y es que el libro titulado Aire negro, de mi autoría, editado por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, se encuentra en el anaquel de narrativa hispanoamericana.
Si alguien desea leer los cuentos que dan forma a este aire negro, así como otros títulos de editoriales como Siruela entre otras, el lugar es frente a SICOM, en la Vía Atlixcáyotl, el precio es de $60.00 y ¡tiene descuento! (por supuesto no resistí la tentación de comprarlo).

Tuesday, February 10, 2009

JORGE REYES IN MEMORIAM...


Ayer me encontré en la televisión con la noticia de la muerte de Jorge Reyes. Mal, el mundo se vacía de lo que vale la pena... Lo vi sólo una ocasión, el Día de Muertos, en el zócalo de la ciudad de Puebla. Antes del concierto revisaba cables, instrumentos, hablaba con personas de su equipo, alguien lo llamó y él se acercó para dar autógrafos, para que pudiera tomarle una fotografía.

En el concierto, tanto él como sus compañeros crecieron a la estatura de cinco metros. Así de imponentes, así de grandes con su vestuario sacado de Tenochtitlán, del momento en que la obsidiana buscaría los latidos rojos en el pecho, de un rincón del Mictlán. La música salía de unas bocinas enormes, muy cerca de donde me encontraba. Me habló con zumbidos y vibraciones. No pude evitar gritarle al excelente intérprete que tenía cerca, a un costado.

Él desenterró los tambores, las cuentas, los caracoles, el tiempo viejo, y extenderlo sobre una plancha de inspiración hispánica, ajena a estas tierras del Nuevo Mundo; les devolvió el espacio que les pertenecía y les fue robado, arrebatado a golpe de espada y cruz. Siempre la cruz. Sólo por un momento aquí en la tierra -la eterna preocupación del príncipe Nezahualcoyotl- y todo volvió a ser catedral, zócalo, ángeles de hierro vigilando por encima del enrejado.

Y hoy, para siempre, así será, hasta que llegue otro día de Muertos, que suenen los tambores y los gritos y regresen los bailes frenéticos en torno a una hilera de fuego y flores anaranjadas. Pero entonces, en verdad, esos ritos vendrán del lugar de los muertos, sin puertas ni ventanas. Del Mictlán, donde ha ido a morar el alma de Jorge Reyes.

Friday, February 06, 2009

PROMOCIÓN EN PROFÉTICA...


El próximo 13 de Febrero en el auditorio de Complejo Cultural Siglo XXI se presentará la obra de teatro “El buen canario”, de Zach Helm.
Al final de cada una de las dos funciones las personas que hayan comprado un ejemplar del libro publicado por Sexto Piso podrán acceder a los camerinos para conversar con Digo Luna, Bruno Bichir, Daniel Giménez Cacho e Irene Azuela, quienes autografiarán ejemplares del libro.

Promoción limitada a 50 ejemplares.
Profética: 3 sur 701, Centro Histórico, Puebla, Pue. y en el interior de la Universidad de las Américas, zona del Ágora.

Wednesday, February 04, 2009

FELICIDADES ALEJANDRO BADILLO!!!!


Para este año esperamos la publicación (¡al fin!) del primer libro de este talentoso joven autor, avecindado en Puebla y alumno de Alejandro Meneses, gran escritor y amigo fallecido en julio del 2005. Bajo el sello de CONACULTA, esperamos los osos de rigor, en la oficina menesiana.
Mientras tanto, ¡salud y felicidades!

Thursday, January 22, 2009

ENLACE CON EVE GIL...

Y con un cuento recién salido del horno, inspirado por una canción (Brujería. Robi Draco Rosa, álbum Vagabundo, 1996).


http://la-trenza-de-sor-juana.blogspot.com/search?updated-max=2009-01-24T02%3A25%3A00Z&max-results=2