Friday, January 25, 2008

NO ES JUSTO...

Ayer, y no sé si fue buena o mala sorpresa, me encontré en una librería de viejo, en el último rincón del último anaquel y a un precio ínfimo, con el primer libro del autor (maestro, amigo) tlaxcalteca-poblano Alejandro Meneses, Días extraños, editado por Fomento Editorial de la BUAP en 1987 en su colección Asteriscos.
Tropecé con él mientras curioseaba en el fondo del lugar, espacioso, amarillo por fuera, blanco por dentro y con barrotes en las ventanas. Clavado en la 7 oriente, cerca de la Casa del Escritor, a una cuadra del antiguo cine Puebla. Y digo que dudo si fue buena o mala la impresión, porque un autor como es él no merece estar en el último rincón de un lugar que casi nadie visita. De esta situación se nos pueden ocurrir diferentes pensamientos, todos acerca de las librerías y quienes adornan aparadores y contraportadas, los elogiados por las cuartas de forros.
Repito: un autor tan extremadamente talentoso, hábil tejedor de atmósferas e historias donde los personajes podrían ser aquellas, alguien que concebía la literatura como la vida, al cuento como un trozo de tiempo extendido en el antes y el después, no se merece estar olvidado, confinado a un espacio cercano al suelo, segunda muerte para un escritor -para cualquier persona-. Pensemos un momento en qué autores llegan a la mesa de novedades de las librerías; su publicidad, con pocas variantes, es que ese libro es "el libro", que cambiará tu vida, como si fuera una receta aplicable a la totalidad de la gente. Esos libros, luego, se convierten en éxito de ventas. Sólo éso es importante. ¿Y los buenos autores? ¿O es porque el cuento vende menos que la novela?
Lo segundo que se me viene a la mente, es algo que leí del propio Alejandro: la falta de espacios para comercializar las publicaciones de la Universidad Autónoma de Puebla. Creo que a más de uno le gustaría conocer los títulos no sólo de literatura, sino los académicos. A pensar.
Alejandro Meneses murió en Puebla el 4 de julio del 2005 y además de maestro en la SOGEM-Puebla y en los talleres independientes PlantAlta, fue autor del libro Días extraños, de 1987, de Ángela y los ciegos, editado por Cal y Arena en el 2000, Vidas lejanas, de ABZ editores, y del póstumo Tan lejos, tan cerca, del 2005, editado por Ediciones de Educación y Cultura, todos ellos libros de cuentos, además de las recopilaciones Noche Adentro y Casa vacía, de Fomento Editorial de la BUAP y LunArena, respectivamente.

Tuesday, January 15, 2008

EL PALACIO DE LOS SUEÑOS

La novela El palacio de los sueños de Ismail Kadaré es una historia de familia, de caer para que alguien crezca. Con un lenguaje sencillo crea atmósferas opresivas donde los minutos se arrastran y los pasillos son largos y vacíos, son los dejados varias vueltas atrás, como si quien los recorre estuviera en un laberinto del que nunca va a salir.
En la portada de la edición de Cátedra Letras Universales de 1999, escrito entre 1976 y 1981 en Tirana, Albania, lugar de nacimiento del autor, se muestra una fotografía que es un presagio: la de un hombre prisionero, cubierto por entero, dos brazos asiéndolo a manera de cadenas. A lo largo de la gran parte de la lectura se presiente alguna desgracia para el protagonista, Mark-Alem.
El libro también añade un paso hacia lo que sería una dictadura completa, simbolizada por el Tabir Saray o Palacio de los Sueños, una dependencia gubernamental a la que la población debe reportar por escrito cada sueño que acuda a sus noches. El protagonista llega a trabajar a este sitio, una construcción enorme y gris. Por sus manos de seleccionador de nuevo ingreso, empiezan a desfilar sueños que luego deberán llegar al departamento de interpretación, a donde él es promovido al poco tiempo de su ingreso. Entre ellos, uno que muestra un instrumento musical junto a un puente y a un toro presto a embestir, llama su atención porque, siendo tan numerosos los funcionarios del Palacio, llega a él en el departamento de selección y luego vuelve a encontrarlo en el de interpretación.
Este sueño llegará a ser el Sueño Maestro, el seleccionado para representar el estado de ánimo popular, el que puede presagiar el futuro político del gobierno. El catalizador que seguirá cumpliendo el destino de la aristocrática familia Qyprilli – familia albanesa influyente varios miembros fueron visires, grandes visires, generales, y altos cargos a lo largo de la historia del imperio otomano–, a la cual pertenece el protagonista, consistente en éxito y desgracias enormes tomados de la mano. El poder premonitorio de la portada se cumple pero no en la persona de Mark–Alem.
A lo largo de la lectura, como al de pronto Jefe del Departamento del Sueño Supremo y Director General Adjunto del Tabir Saray, Mark–Alem, nos sentimos tragados por la atmósfera salida de la pluma de Ismaíl Kadaré, tan opresiva como la que lo rodeó en Albania.
Ismaíl Kadaré acerca de esta novela afirma: "Desde hacía mucho tiempo tenía ganas de construir un infierno. Mediaba, no obstante, lo que semejante proyecto tenía de ambicioso y hasta de quimérico, después de los anónimos egipcio, Virgilio, San Agustín, y sobre todo, Dante".