Tuesday, December 21, 2010

ELEFANTE BLANCO (Acerca de la fusión de las secretarías de educación y cultura)


Esta mañana, en Profética, Casa de la Lectura, se llevó a cabo una conferencia de prensa en relación con los insistentes rumores acerca del plan que la nueva administración, encabezada por Rafael Moreno Valle, tiene de fusionar las secretarías de educación y cultura.
Los funcionarios electos no han desmentido ni confirmado dichos rumores, se dijo a las once de la mañana en el patio de la casa ubicada en la esquina de la 3 sur y 7 poniente. Se habló de arrebatar a los ciudadanos parte de su patrimonio, el cultural.
Y estoy de acuerdo. La educación y la cultura, si bien son muy cercanos, requieren, creo, de instituciones independientes para su atención, ¿por qué fusionarlos? No sería por motivos económicos, está visto: así lo comprueba el plan de dividir la Secretaría de Administración y Finanzas en dos, o el de crear la Oficina de la Gubernatura (?).
En este país, la mayoría de los estudiantes están reprobados: no hay comprensión de la lectura –de hecho no hay lectura, y las actividades extraescolares, llámese tareas, van destinadas a que no haya lectura, al menos por placer–, las operaciones básicas representan un problema, se retiran de los libros de texto pasajes básicos de la Historia de México, como sucede con la época colonial, en esas mismas páginas se adulteran ilustraciones, como en el mural El paso de Bering, del artista Iker Larrauri, en fin; hay varios puntos que podrían mejorarse en los programas educativos.
Si hablamos de quienes se encargan de impartir las clases, los profesores, el escenario tampoco es muy bueno, pues prácticamente son vistos como votantes y nada más, como un cuerpo amorfo que engrosa las filas de quien en determinado momento convenga a la líder de su sindicato, Elba Esther Gordillo. Para esta persona, los profesores son una masa que puede movilizar.
Lo que prevalece en la educación es la política por encima de la educación misma. Y es conveniente para los gobiernos: un pueblo adormecido por los programas de la televisión abierta, por la deficiente educación que se imparte, es un material dúctil para fabricar con él lo que le plazca al ocupante en turno de las oficinas de gobierno.
Por otro lado, pareciera que la cultura es de los aspectos que menos importa a quien está en el poder. Así lo comprueban la no asistencia a reuniones para escuchar a los creadores, por ejemplo, o las casi nulas propuestas de un candidato, cualquiera, en el ámbito cultural.
Y digo pareciera, porque también ese no interés podría significar lo contrario.
En la literatura, por poner un ejemplo, cabe cualquier aspecto de la vida real: la ficción es un reflejo del mundo. El cine es otro espejo de la realidad: aquí cabría citar la película “V for vendetta” (V de venganza, en español). Dentro de la trama, se dice que los artistas usan la mentira para decir una verdad. Esto sería otro equivalente de la ficción como reflejo del mundo, de lo que pasa en él, de lo que sus habitantes piensan y sienten y hacen.
La percepción del pueblo, en general, es que la política es una maraña sucia, algo que sirve para que muy pocos ganen poder y abran otra cuenta más en un banco extranjero. La política, como parte de la realidad, también puede verse reflejada en la ficción. Y si el hipotético usuario de la cultura se asoma a ella, y si empieza a preguntar, y si empieza a pensar, a cuestionar la información que recibe por parte de los medios de comunicación…
Tal vez la educación y la cultura sí sean rubros importantes, después de todo: importante mantener su perfil bajo, en el caso de la educación; importante hacer un elefante blanco del nuevo instituto o subsecretaría, como se rumora que quieren hacerlo.