Thursday, December 22, 2005

ATMÓSFERAS GEMELAS.


Hoy quiero comparar dos canciones –excelentes canciones– de dos de mis compositores favoritos, a mi parecer los mejores cantautores latinos, junto con Franco de Vita: “Bar”, contenida en el nuevo disco de Ricardo Arjona, “Adentro”, y “La flor del frío”, de Robi Draco Rosa, canción de 1996 del disco “Vagabundo”.
En ambos temas se recrea un bar a media luz, tabaco y rostros hechos de sombras. En los dos un cantante actua en el lugar. Una canción recurrente (Bar), junto a otra que es la única que tiene el cantante y cada noche la interpreta (La flor del frío).
Ricardo Arjona habla de una mujer quue siempre lo escuchaba cantar, de la que él se enamoró. Un día ella no regresó. Él sigue en la vieja tarima, consumiéndose, perdiendo la voz. tal vez el bar sólo esté a medias, muy pocos siguen yendo a oír al hombre que se apoya en el piano para no caer.
Robi Draco también actúa detrás de un piano. Él sólo canta una canción y la escasa gente le aplaude. Él también habla de un amor, dos personajes que se esconden entre las paredes de una casa, señalados, luego perdonados. En este tema imagino a dos hombres escondiéndose, tal vez Rimbaud y Paul Verlaine, dado los gustos literarios de Draco. En este caso, la atmósfera del bar es perfecta, aderezada por la melancólica y, podría decirse, si la comparamos con los cánones, desafinada voz de Draco, unas rechiflas al inicio de la canción y escasos aplausos al final.
La atmósfera que rodea a la de Ricardo Arjona es menos densa y creo que se rompe un poco al mencionar el nombre de la mujer ausente: Dolores.
En ambos casos excelentes canciones, cantautores talentosísimos, cada uno en su estilo.
Otros discos de Robi Draco Rosa: Frío, Libertad del alma, Mad Love, Songbirds and Roosters. Ricardo Arjona: Galería Caribe, Solo, Vivo, Animal Nocturno, Historias.

Monday, December 19, 2005

RECOMENDACIÓN.

Hoy quiero recomendarles el nuevo disco de Ricardo Arjona, "Adentro". En especial, la canción "Bar", es un excelente trabajo de composición. Recrea atmósferas llenas de humo, de velas apagadas. Primordialmente es una canción sobre el tiempo, sobre una mancha que ocupa una silla, el lugar de una persona que un día no llegó a escuchar cantar al personaje y que aún no ha vuelto.
Otro tema interesante es el de "Mojado", que habla sobre los indocumentados que cruzan la frontera hacia Estados Unidos. En esta canción participa el grupo Intocable.
Un buen disco, y los dejo con trozos de mi canción preferida: "Y allí se sentaba ella, allí se enamoró de mí, allí en esa silla ella, un día se aburrió de mí..."

Wednesday, December 14, 2005

FIN DE AÑO.


Es buen tiempo para pensar un poco y escribir otro tanto sobre lo que nos trae cada fin de año. Dirán, sí, trae paz, niños comiendo dulces azulosos, familias alrededor de una mesa cundida, árboles iluminados de los que cuelgan esferas rojas y plateadas, guirnaldas colgando de nuestra puerta y bailes desde el anochecer hasta que el cielo tiene pincelazos anaranjados. O lo anterior, exceptuando la mesa, el baile, los dulces, los árboles y las guirnaldas: sólo la compañía de los padres, hijos, primos, abuelos, amigos...
A veces el fin de año es la duplicación de nuestra soledad.
Las fiestas de fin de año traen rostros que viven en otra dimensión, cuya puerta de acceso es un epitafio en la cripta, un pequeño compartimento encerrado dentro de la iglesia, una fotografía en la repisa. Nos humedecen los ojos y cierran la garganta, nos estrangulan por dentro. Esperan que dibujemos una imitación de sonrisa, que nos sumerjamos en piscinas de sidra y vodka, que, a solas, la sonrisa estalle al no poder congelarse un segundo más en nuestro rostro.
Y es a solas cuando llegan esas visitas transparentes, las personas hechas de sales de plata emergen de fotos, se posicionan dentro de la cabeza y repiten momentos en nuestra compañía: caminar de madrugada en busca de un taxi, pláticas entre vasos llenos de refresco y alcohol, lectura de historias metidas en papel tamaño carta. Nos hacen sentir de nuevo que nos necesitan, les llevamos un libro hasta el sillón, las ayudamos a ponerse en pie, ofrecemos nuestros brazos para que no regresen al suelo, sonreímos ante lo que ya no puede leer ni caminar, ante quien ya no está y no volverá a estar nunca; aunque nuestra mente los forjara de agua y tierra, ¿qué haríamos? Un maniquí que no podría responder a nuestros brazos abiertos, a los hola suspendidos como plumas en el aire.
Trae, repito, los ojos húmedos y el rostro deformado, el querer cerrar la puerta para que los trineos se estrellen en el jardín; ganas de mutilar los cuernos de los renos, el marfil en elefantes, la joroba del camello y golpear con martillos la herradura en los caballos, convertir cada esfera en pedacitos brillantes, bajo los zapatos, de estar acompañados por nuestra sombra y no felicitar a nadie (¿por qué?), de que la arena en los relojes caiga hacia arriba, las manecillas giren a la izquierda y que esos cuerpos vuelvan a tener peso y volumen, que el sol los duplique de nuevo sobre los adoquines y sus pasos generen eco a nuestro lado.
El fin de año también es ganas de apagar el día e incinerar pétalos rojos. De visitar las regiones oscuras que, a decir de varios, ocupan nueve planos por debajo de la tierra. Quedarnos allí, levantando mantas hechas de pelusa para buscar caras surcadas de sol y tiempo, otras apresadas entre anteojos rectangulares. Preguntando a cada persona dónde están, si los han visto leyendo con los pies apoyados en una mesa y el bastón al lado, o en un bar de fuentes secas y televisores encendidos en canales de música. Conteniendo el aliento y la decepción al ver majillas de calcio y dientes como estacas, no encontrar a quienes esperábamos.
A veces, en los casos más extremos, aumentan las ganas de abrir el propio cuello y dejar que esa pesadez invada la atmósfera, liberar los sollozos para que vayan a disolverse a un río; jalar del gatillo, apretar el nudo, respirar agua para después volver a esos mismos rostros, a verlos. Allí, se podría pensar, sí los saludaremos, nos meteremos en su abrazo y nuestros ojos se unirán a su mirada... ¿y si no es así? ¿Si flotáramos hechos nubes, alejados por los continentes, el ecuador y los usos horarios? ¿Valdría la pena?
Debe pensarse que la noche de San Silvestre no sólo es la muerte de un lapso de 365 días; también podría convertirse en la muerte de tejidos y músculos, en la nota sensacionalista de la sección policiaca, en la reafirmación de que la escencia, el soplo que habita este frasco en constante descomposición llamado cuerpo, hace tiempo que se evaporó.

Tuesday, December 13, 2005

¿NOVELA O PELÍCULA?


La mayoría de las veces, si no es que todas, las novelas adaptadas a la pantalla grande resultan bastante alejadas de la idea impresa en el libro. Cuántas no se han hecho de Drácula o Frankenstain, donde ambos personajes son hasta cierto punto caricaturescos, siempre mostrando los colmillos, abriendo la capa o caminando como si tuvieran una tabla en la espalda.
En el caso de la novela de Mary Shelley, que por cierto, antes de leer nunca me hubiera imaginado que fue escrita por una mujer, pues creo que no eran los temas comunes manejados por las mujeres en el siglo XIX, la película más apegada a la novela es la protagonizada por Robert de Niro y Kenneth Branagh en 1994. El director y actor inglés nacido en 1960 logra una atmósfera gris, opresiva, completamente tétrica, creo, mayor que la que rodea a la historia en la novela. Cambia algunos detalles, por ejemplo, la muerte de Justine, en la novela es ejecutada por la muerte del hermano menor de Víctor. Su muerte en la película es más atroz: imagínense un salto en bunjee sin resorte, donde la persona es asegurada por el cuello. La escena es terrible: la turba se apodera de la chica, la llevan hasta la azotea de la prisión, y la lanzan con un nudo en el cuello. Su cuerpo pende unos instantes, ante la mirada de su madre, Víctor y Elizabeth, y las pedradas que lanzan manos anónimas, personas que la creen asesina de un niño de seis o siete años.
Otra parte que difiere con la trama del libro, es el renacimiento de Elizabeth, quien desde antes del ataque de Robert de Niro, el monstruo creación de su novio, era vestida y peinada de una manera muy tétrica: el maquillaje pálido contrastando con un cabello ensortijado y en desorden, los vestidos de colores cenizos, cada detalle apuntalando esa atmósfera deprimente, que culmina con Branagh bailando con algo similar a un maniquí remendado y sin peluca, gira entre escenas del baile de despedida, antes de partir hacia la universidad: Elizabeth recién nacida.
Tanto libro como película encierran lo mismo: ¿qué se hace ante algo que se quería, se consiguió, y ahora no sabemos para qué sirve? La escena en que Branagh y de Niro se sostienen en un salón inundado de líquido amniótico, de Niro desnudo y Branagh casi, Víctor para poner de pie a su creación, la que luego cuelga entre cadenas, aparentemente muerto. Kenneth Branagh lo mira exhausto, hace algunas anotaciones en su diario. Ya tiene lo ansiado por tanto tiempo, lo que su obsesión por la muerte lo motivó a crear... ¿y ahora qué?
Excelente película, magníficas actuaciones –incluyendo escenas hechas para el beneplácito de las admiradoras de Robert de Niro y Kenneth Branagh–. En lo personal, prefiero la película; donde la atmósfera está perfectamente lograda.

Thursday, December 08, 2005

¿A DÓNDE IRÁ?


A veces quisiera seguir la tapia, averiguar hasta dónde está el final, dónde me llevará. Sentir los adobes deshaciéndose entre mis dedos, pegados a la pared, a su rugosidad, sin pensar en lo que dejo atrás, o si tengo que volver.

Tuesday, December 06, 2005

EXTRA, EXTRA!!!!!!!!! (Marianito voceador)

Imperativo comprar el último número de la revista Crítica, de la Universidad Autónoma de Puebla, y la de Erinias, de la Escuela Libre de Psicología. En la primera, aparece un cuento de Alejandro Meneses, Una noche en Cholula. Además, el famosísimo cuento El Caso Max Power, del famoso escritor poblano-chilango Alejandro Badillo. Ambos muy recomendables.
En Erinias, una entrevista sobre su visión de la literatura, y un artículo pequeño, sobre la muerte, escrito por él mismo.
Y quién lo pensaría. De cualquier manera uno muere, de hecho es lo único que se tiene seguro cuando se patalea por primera vez fuera de la matriz. Pero nunca se imagina que tan joven, ni las circunstancias.
Perdón, la melancolía nos gana en estas fechas; las ausencias, los huecos que no se pueden llenar con nada, con nadie. De hecho creo que es lo único que está presente al 100%, ni las luces, ni los regalos o la comida, tal vez ni siquiera los buenos deseos. En cada lugar siempre hay lágrimas y el consabido, lugar común de novelas, nudo en la garganta, que creo yo no llega a explicar la masa sólida que aprisiona por dentro del cuello.
Bueno, celebren mucho, beban bastante, lloren un poco y compren las dos revistas.

Thursday, December 01, 2005

CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA.


Hace poco vi de nuevo una película llamada Azahares para tu boda, de 1950. Se trata de un dramón kilométrico donde la historia empieza antes de la revolución, y termina alrededor de la época en que fue filmada. Para no hacer el cuento largo, se trata de los impedimentos que una pareja tiene para casarse –por ejemplo diferencias de credo, pues él, Eduardo Noriega, no cree en el matrimonio por la iglesia–. Total que nunca se casan, ella, Marga López, envejece cuidando a sus padres y al final, él muere en casa de ella.
Algo común, pero recién descubrí que además está mal hecha. Sí, de veras, pues a lo largo de la película se dan múltiples referencias históricas, como el inicio de la Revolución –en la que participa el novio de Marga–, la guerra civil española, de mediados de los 30’s, la intervención estadounidense en la Segunda Guerra Mundial –y con ellos el escuadrón 201 mexicano–, a finales de 1941.
Lo inverosímil llega al ver la caracterización de los actores. Al momento de la guerra española, los personajes han tenido un envejecimiento de aparentemente 40 años, cuando según el inicio de la historia, sólo han pasado unos 25 años. Además, en ese momento de la historia, un grupo de niños juega en la calle con Joaquín Pardavé, y su vestuario es completamente de los años cincuenta: pantalones de pinzas, un poco anchos, algunos con tirantes.Saludos y seguiremos descubriendo detalles en las películas.

EL PERFUME.


Del autor Patrick Süskind, la novela El Perfume, de 1985. Aunque ya había tenido algunos comentarios sobre ella, apenas tuve la oportunidad de leerla. A lo largo del libro están presentes los olores, siempre los olores, ya sean agradables o desagradables, como de jazmines, rosas, pescado, queso o sudor, se hace constantemente referencia a los aromas. El personaje, un hombre dotado de olfato biónico, al principio es un niño a quien no aceptan ni las nodrizas, por la absoluta falta de un olor corporal. Luego se emplea como aprendiz de perfumería. En la mayor parte del libro se mencionan diversos métodos para extraer el perfume a flores y otras plantas, como la destilación al principio, y la absorción por medio de grasa de cerdo y vaca hacia el final.
El personaje, Jean–Baptiste Grenouille, guarda en su memoria cada olor, de lo que se vale para pedir empleo a Baldini, maestro perfumero, como su aprendiz. Elabora e imita perfumes ayudándose de la extensísima base de datos que guarda en el cerebro. Comete su primer asesinato antes de llegar con Baldini, aproximadamente a los quince años de edad, cuando trabajaba con Grimal, curtidor de pieles. Llega hasta el otro lado del Sena atraído por una fragancia nunca antes percibida, emanada por una muchacha que pela ciruelas amarillas en la oscuridad. Y le aprisiona el cuello hasta que ella deja de respirar, para después olfatearla.
Unos siete años después –los cuales pasa en una caverna de la montaña, después de renunciar al puesto con Baldini, huyendo del olor de los seres humanos–, llega a su nariz un perfume similar al de aquella muchacha. Es una niña a la que planea quitarle el olor en dos años más, cuando madure. En tanto se emplea con una viuda y continúa aprendiendo el oficio. Ahora está obsesionado por tener un aroma, pues su cuerpo carece de él por completo. Para elaborar su preciado perfume mata a dos docenas de doncellas antes de asesinar a la elegida, aunque su padre la lleva fuera de la ciudad.
La novela termina con la muerte de Grenouille a su regreso a París, quien en posesión del perfume largo tiempo deseado, se planta en medio de un grupo de hombres y mujeres que, atraídos por el olor, el cual les induce a estimar y desear al personaje, lo destrozan, comen su carne y pelean por tener un trozo de su ropa.
Después de la muerte de la última doncella, la principal, lo descubren y justo antes de la ejecución en una cruz, tanto autoridades como población terminan amándolo, deseándolo –lo que logra que él pierda el conocimiento, pues se da cuenta que nunca tendrá un olor propio, y esa falta de olor lo asfixia–, retirando todos los cargos, vaya hasta el padre de la víctima principal lo lleva a su casa y le ruega ser su hijo. Así se rindieron ante el perfume elaborado con la última escencia de las veinticinco doncellas.
La ejecución hubiera estado fuera de la atmósfera, llena de oscuridad y discreción que rodean al personaje, de olores. En todo momento lo primordial fueron los olores: el olor lo salvó la primera vez, el olor movió a otras personas a matarlo, el olor fue la motivación para asesinar, fue parido entre olores y él, era el único que carecía por completo de un perfume.
Una novela excelente, una primera novela de este autor alemán que recomiendo leer, que se ha convertido en otra de mis favoritas.