Friday, December 18, 2009

LA MUERTE ES SUEÑO


Aún era octubre y el día de Muertos ya estaba presente en las calles mojadas del centro. Sólido, en dos cuerpos. Falda larga, pantalón a rayas, el mismo rostro blanquísimo rematando ambos: una calavera. A las puertas del Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla. Extendía el brazo, invitándonos, franqueando la entrada a uno de los eventos del segundo festival La muerte es un sueño.
Y en el patio, junto a una mesa larga donde tamales, chocolate y pan atravesado con huesos y ajonjolí se acomodaban junto a la pared derecha, asistimos al humo brotando en hilos azul–grises de una copa de barro, a la muerte de encajes negros de Posada, de pie en la escalera, recargada en el barandal, a las calaveras de azúcar y de chocolate y de unicel con brillos plateados.
En el patio de la tres norte casi esquina con Reforma se presentó un libro editado conjuntamente por el IMACP y la Universidad Autónoma de Puebla. La muerte es un sueño, obra que reúne quince narraciones de autores avecindados en la ciudad.
Los maestros Juan Sebastián Gatti y Beatriz Meyer moderaron y comentaron, mientras que de las páginas saltaban muertes soñadas y muertes en motocicleta, muertes para poner a trabajar a las autoridades. Gerardo Oviedo, Gabriela Puente, Iris García, José Luis Zárate y Gerardo Arturo Zepeda leyeron en tanto que en la calle la lluvia se hacía delgada y la noche echaba un vistazo a la ciudad entera.
A fin de cuentas, dentro y fuera del papel, en Puebla o en cualquier punto del globo –incluso fuera de él–, la muerte aguarda como en el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla, dentro del vestido de encajes, con una mano en el mentón o en la cintura, la otra apoyada en el barandal. Y a nosotros sólo nos queda caminar, acortando siempre la distancia con ella. A cada respiración, a cada latido, los pasos son menos.
Y la recreamos. De azúcar y chocolate, de trigo, con flores anaranjadas y altares en los que ofrecemos comida y bebida al alma de quienes se fueron, mostrándoles cómo eran en un instante de plata oxidada, en fotografías que son el centro de ese torbellino de flores y frutos y papel picado. Y escribimos sobre ella –la muerte en Puebla… ¿hay una muerte poblana?–. Y traemos a un artista desaparecido al lienzo, un mexica contemporáneo. Tal vez nos divirtamos con ella un poco para no llorar, para no gritarle y suplicar y huir en cuanto la veamos. Tal vez, en el fondo, pensemos la frase dicha en el homenaje a Jorge Reyes, ojalá no fuéramos mortales.

Tuesday, December 01, 2009

LAS CINCUENTA Y UN RUTAS


Con gemidos y gritos, con palabras que se saborean sobre la lengua y pétalos en la piel. A solas o en compañía de otro cuerpo, ajeno ayer y mañana, nuestro durante esa pizca de segundo, como una pierna o un brazo. Así empieza a deshacerse de la modorra el orgasmo.
Épocas antiguas han puesto manchas sobre él, tildándolo de maligno y hasta de diabólico. La ciencia lo ha hecho objeto de estudios psicológicos, antropológicos, entre otros.
Es una sensación difícil de amoldar a las palabras. La narrativa, la poesía, lo intentan desde la literatura. Y es en este terreno donde se inscribe la Antología mínima del orgasmo, editada bajo el sello de Ediciones intempestivas, editorial independiente avecindada en el estado de Nuevo León. Vía internet, los editores –Héctor Alvarado y Livier Fernández– convocaron a sesenta escritoras para que abordaran el tema del orgasmo “desde la poesía, la descripción, la crónica, el cuento… o cualquier otra forma que expresara en una cuartilla inédita ese imprevisible momento en que se densifica la vida”.
A la cita acudieron cincuenta y un autoras de países y generaciones distintas. Ana Clavel, Coral Aguirre, Elena Méndez, Elia Martínez Rodarte, Eve Gil, Guadalupe Ángeles, Lina Zerón, Matilde Pons, Odette Alonso, entre otras, llevaron el orgasmo femenino a poemas, historias, descripciones, una nota de disculpa, y hasta líneas interactivas que nos hacen buscar videos en Youtube.
En la antología existe un mapa donde figuran diversas carreteras y puntos de encuentro. Entre tapas color hueso y dos ilustraciones de Erika Kuhn, más de un texto transita los descubrimientos de la infancia. De las plumas de Eve Gil y Magali Velasco nacen personajes que confían sus recuerdos de niña: la poltrona de la abuela, un juguete de peluche, exploraciones y despedidas. En ambos cuentos se vislumbra esa vieja mancha que aún persiste: ocultarse de las miradas –“mientras mi abuela estaba inmersa en sus “novelas”, se me hizo hábito resbalarme”– o cambiar de nombre a esa “innombrada zona” del cuerpo –“Entre risas y gritillos ahogados comparábamos su cola, como le llamábamos a la vagina”.
La mancha de lo prohibido va tomando distancia. En algún cuento se echa de menos, pues con ella se esfumaron los orgasmos dentro del confesionario. Otros ignoran su existencia: Heteroflexible, de Elena Méndez, y Juego de muñecas, de la veracruzana Orfa Alarcón, por ejemplo. Frente a estos textos me atrevería a asegurar que la mancha se cubre los ojos y se pone roja. Y es que aquí el orgasmo se muestra de frente, a través de frases como “Me vine como a los dos minutos” o “una voz en mi cabeza decía trío”, en una atmósfera donde el antro gay y la fecha “ridícula” de globos y rosas apuntalan la idea del sexo sin ataduras, incluso sin amor.
Juegos donde ninguna preposición se repite, poemas con silueta de flor o ajustados a una canción de José Alfredo Jiménez, viajes, a veces sin retorno, añaden puntos a este mapa de cincuenta y un rutas.
La Antología mínima del orgasmo se presentará en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2009, salón Elías Nandino, el día 4 de diciembre a las 13:00 hrs., con la participación del escritor Alberto Ruy Sánchez y algunas de las autoras.