Saturday, January 28, 2006

LIBRO SIN AUTÓGRAFO



La presentación del libro póstumo del escritor tlaxcalteca–poblano Alejandro Meneses, Tan lejos, tan cerca, de Ediciones de Educación y Cultura, Colección Íntimos, comenzó el martes 24 de enero, cuando, poco antes de las nueve de la mañana, encendí la televisión en el canal de Televisa Puebla. Anunciaron la presentación del jueves 26 en Profética, a las siete de la tarde; también me enteré que habían regalado tres libros.
En Profética ya está a la venta Tan lejos, tan cerca, las gruesas tapas negras protegen papel lustroso y letras grandes. El libro incluye seis cuentos: Cosas veredes, La vocación del soldado y Luna árabe, conforman el apartado Tan lejos; La bella vida, Los días de baile y Mientras llueve, es el Tan cerca. El cuidado de la edición estuvo a cargo de Beatriz Meyer.
El jueves, desde el mediodía, una inusual lluvia lavó las calles para que Meneses asistiera a la presentación de su libro póstumo; inevitablemente, el último. El agua se deslizó por paredes y aceras, pertinaz, tranquila en su respiración acompasada, con la sutileza de quien no ha sido invitado y se le deja por educación. La lluvia, comprendiendo su calidad de extranjera en esta época del año, terminó por la tarde.
Antes de las siete todo estaba listo. Las sillas en el patio central de la casona antigua que es Profética, las mesas y bancos para los presentadores, micrófonos, agua, unos cuantos rostros conocidos repartidos entre el pizarrón de la entrada y la librería. Con mi papá, regresé a las siete. Esta vez más de sus alumnos estaban presentes. En la pared, frases blancas con fondo negro; frases de Meneses, sacadas de su pluma, de su alma. Fotografías de una presentación anterior, Casa vacía, recopilación de sus tres libros. Bety Meyer llegó retrasada. Vodkas con refresco en vasos alargados, la bebida ligada irremediablemente a Alejandro. En el ánimo de los asistentes, un escritor ido, un amigo ausente. Fue la noche de Alejandro Meneses, donde sólo faltó su voz grave dando más vida a uno de sus cuentos, sus sonrisas, su autógrafo en cada ejemplar adquirido –la edición de lujo, tapas gruesas y cubierta negra–. También los ojos líquidos, la boca cerrada, descendente, la pregunta –¿cómo se atrevió a irse?–, reclamaron su lugar entre los amigos, dentro de las gargantas, en el pecho.
La banda menesiana estuvo completa: Sergio, tarde; Alejandro, Princesa, Elías, Maribel, una servidora. (En la foto, Maribel, yo y Princesa, de izquierda a derecha).
Sólo me faltaste tú, profe, Meneses. Quise no llorar pero, ante tus frases, tus fotografías, tu recuerdo, la tristeza es un reflejo más de mi cuerpo, como estirar la pierna en un consultorio médico, al sentir un leve golpe de martillo en la rodilla. Prometí tomarme un oso, o por lo menos medio, a tu salud, en honor a ti. No lo hice, y no por falta de valor, sino por falta de osos, se fueron cuando los busqué.
Al igual que en la presentación de Casa vacía, la pequeña cámara con rollo 110, de 24 exposiciones, la misma que ha seguido a quienes admiro, a mí misma hasta Aguascalientes, captó instantes de la presentación, tus frases sobre el muro, a mis amigos –tus amigos– reunidos en torno a ti. Sólo faltaste tú, repito. Me gustaría, cuando la revelación saque a la luz esas imágenes, ver tu silueta junto a mis hombros, como en una fotografía anterior.
Al mismo tiempo, este libro, como el de Noche adentro, se quedará sin una frase de tu puño y letra, sin una dedicatoria para mi alma de escritora. Sin un autógrafo.

Tuesday, January 24, 2006

FOTOGRAFÍAS DE RULFO.



Cuesta demasiado pensar que en algún momento estos dos elementos estaban unidos (según el Génesis). ¿Cómo sería ese aire-agua? Tal vez tendríamos branquias y las aletas de nuestros pies nos arrastrarían por suelos siempre lodozos. Barro sobre nuestra piel, el sol tratando de abrirse paso entre arcoiris perpetuos, las raíces de árboles y arbustos probando el alimento ofrecido sobre la tierra, flotando. Atraparíamos peces con una red, como si fueran mariposas y si nos mostraran los planos de un barco, de un simple velero, pensaríamos en una máquina para viajar a otros planetas y las autoridades encerrarían al osado inventor.

Monday, January 23, 2006

ALEJANDRO MENESES AÚN ANDA POR AQUÍ.

Algo que está en mi correo gracias al Caballero inexistente...
NI TAN LEJOS, NI TAN CERCA...

Enrique de Jesùs Pimentel

EL NIMBO PERMANENTE. No sólo fueron la fecha de nacimiento y la de su verdadero viaje las que Alejandro Meneses se encargó de velar con el nimbo de la incertidumbre: también el último tramo de su obra narrativa ha quedado, tal vez para siempre, envuelto en la bruma de las interrogantes.
En rigor, los libros que publicó en vida se reducen a tres. Obra condensada y estricta cuya dimensión nos habla de una vocación escritural permeada siempre por la precisión y la exigencia. Días extraños, la colección de cuentos que publicó Fomento Editorial de la UAP, apareció en el año de 1987; Ángela y los ciegos, Editorial Cal y Arena, en el año 2000 y, finalmente, Vidas lejanas, Ediciones ABZ, vio la luz en 2003. Este último agregaba a su material inédito un cuento incluido en Días extraños: "El barco de cristal". Una antología de su obra cuentística, Casa vacía, fue publicada por la Editorial Lunarena en 2004.
EL VIAJE A ESPAÑA. Tan lejos, tan cerca es, sería, su cuarto libro. Expliquémonos; a principios de 2004, Alejandro Meneses aceptó la invitación de esta editorial de reciente formación para que su libro inaugurara la colección Íntimos, la cual albergaría a escritores y escritoras que nacieron o en la región o se avecindaron en ella, pero han realizado su trabajo literario más importante en suelo poblano. El libro de Meneses sería escrito durante un viaje a España: las historias debían establecer un paralelo entre culturas hermanas.
El narrador comenzó a hacer y deshacer maletas, se informó de los lugares que podía visitar, de la casa donde hospedarse, de bares, vinos, tapas y pinchos, así como de los trámites burocráticos que debía ejecutar para obtener los documentos inherentes al periplo: visa, pasaporte. En este punto, su talante heterodoxo en materia de procedimientos oficinescos encontró los primeros diques; demorados y repetidos viajes a su natal Altzayanca le develaron la casi incombatible dificultad de obtener una copia certificada de su acta de nacimiento, cuando menos una que guardase concordancia con el nombre que usaba para ejercer como ciudadano. Los amigos que nos acercamos para ofrecerle ayuda en los vaporosos trámites comenzamos a vislumbrar cierto desgano que, conforme pasaban los días, se hizo más visible. A eso hubo que sumar que el viaje a tierras ibéricas despertó en los allegados el recuerdo de otra visita de Alejandro, muchos años antes, al mismo país. En aquella ocasión la preparó muy bien, la anunció con el protocolo debido y, cortésmente, se despidió de todos. Sin embargo, cuando pensábamos que estaba a punto de regresar, descubrimos que no se había ido.
PARA QUE IR TAN LEJOS. A mediados de abril de 2004, en una fiesta que debió haber sido la de su despedida ante el inminente viaje y que se convirtió en mi fiesta de cumpleaños, Alejandro contó, con un estilo tan inigualable como el de sus narraciones escritas, que dos o tres días antes había dejado olvidada su cartera en un taxi que lo transportó del centro de la ciudad de Puebla a su casa, en lo que él llamaba, nunca se supo si democrática o despectivamente, "las goteras de Cholula". Con la cartera, junto con los billetes de curso legal y las fotografías que se cargan como talismanes del corazón, Alejandro había perdido para siempre su credencial de elector. Una traba adicional que colmó el vaso de las contrariedades. Luego de esa confesión, la incipiente primavera nos entregó una certeza: Alejandro Meneses no iría nunca a España.
Pero el proyecto del libro continuó vigente. A pesar del frustrado viaje y de algunos problemas de salud que lo aquejaron en los meses posteriores, para fines del año pasado era también una certeza que Alejandro estaba escribiendo el libro prometido. En febrero de 2005, cuando fue convocado por una naciente editorial a participar en un libro que reuniría cuentos alrededor de El Quijote, en el año de su cuarto centenario, Meneses colaboró con un texto que, de manera evidente, procedía del libro planeado. En De claro en claro se publicó el cuento Cosas veredes; al rematar uno de los diálogos finales entre el protagonista, Quijano, y su taxista madrileño, Sánchez, el narrador desliza la frase que da nombre a este volumen:
"-¿Irás a América? -le preguntó Alonso, una tarde, al final del verano.
Sánchez miró lo que nunca había imaginado.
-No tengo cómo -dijo.
-Yo sí tuve cómo venir a morir a España -dijo Quijano, pensando en Tlaxcala.
Se vieron. Tan lejos, tan cerca."
LA PÁGINA FINAL. Un incidente más dificultó la llegada de los textos a la imprenta. Cuando el autor se apersonó para hacer entrega de un adelanto del material, el disquete en el que lo llevaba no desplegó sus archivos; no abrió, como solemos decir. Era miércoles, día que, según Alejandro, no existía. El jueves supimos que se había reunido con alguien (nunca sabremos quién) a comer. Al parecer el festejo se prolongó y el viernes una de sus ex mujeres lo encontró en cama, indispuesto. Sin decir nada ni a familiares ni amigos, la señora guardó su preocupación hasta el sábado, cuando por fin trató de alertar a la familia. Mientras, sus amigos lo buscábamos infructuosamente por los escondrijos donde su rutina de hombre solitario le tenía siempre dispuestos una mesa y un vaso de vodka. Fue un fin de semana oscuro. Un mal presentimiento nos agobiaba. La mala salud de Alejandro y su renuencia a ir al médico eran los factores que alimentaban la desazón. No respondía a las llamadas telefónicas. El buzón del celular sustituía al saludo cordial de nuestro amigo y convertía el silencio en una especie de mariposa negra adherida al cristal de una ventana.
El martes de la semana siguiente, una llamada confirmó nuestros temores: Alejandro había muerto. No tuvimos el consuelo de saber con certeza cuándo, a qué hora había exhalado el último suspiro, cuáles habían sido sus últimas palabras. Nos enteramos de su muerte apenas una hora antes de la cremación de sus restos.
EL LIBRO POSTUMO. La colaboración de la familia en la búsqueda de los textos fue determinante para la culminación de este proyecto. Integrados y confrontados con el proyecto elaborado por el propio autor, se logró la reunión de la mayor parte de ellos. Sólo dos cuentos mencionados en el índice primitivo no se fusionaron a este corpus: La vida en secreto, del que, hasta ahora, no se tienen mayores noticias, y Hacer las Indias, del que se encontró poco menos de una cuartilla.
Dos textos inéditos reparan la ausencia de esas narraciones. Esos cuentos son Luna árabe y Mientras llueve. El primero no es un cuento: es un espacio simbólico, pletórico de claves personales, guiños y alguna solicitud encriptada como la que encierran las palabras finales: Please don't go. O no tan finales si se infiere, como muchas cosas lo hacen suponer, que todavía se planteaba hacerle adiciones y modificaciones, tal vez, sólo tal vez, de baja intensidad. El segundo es un relato que da testimonio de una larga filiación literaria y vital: Scott Fitzgerald.
El cuidado de la edición, a cargo de Beatriz Meyer, procuró respetar el estilo, sobre todo en los cuentos en los cuales se percibían ciertos desniveles narrativos difíciles de hallar en otros textos. Ello indicaba, junto con otros aspectos del proceso personal de escritura de Alejandro, que esos relatos quedaron, si no inconclusos, sí en obra negra, sin retoques formales, esos giros estilísticos suyos tan leves pero tan reconocibles como el olor de la lluvia. La labor era ardua. Sólo el cariño y la persistencia fueron la guía para encontrar la solución a algunas frases, a ciertos finales que su fervor narrativo ponderaba una y otra vez y que nosotros tuvimos que elegir de acuerdo con el conocimiento del amigo y su obra. Tan lejos, tan cerca, el último libro de Alejandro Meneses, se convirtió así en un símbolo, un monumento a la amistad y a la pasión por la escritura.
Libro de umbrales, Tan lejos, tan cerca es un espejismo, una colección de historias inscritas en los límites de luz y oscuridad en los que el autor se movió toda su vida. Dos relatos, Luna árabe y Los días de baile, parecen indicar los derroteros por los que su búsqueda estética andaba al momento de su muerte. La conciencia del fin, la soledad, los fantasmas, la noche con su carga etílica, la luna que siempre lo acompañó son los elementos con los que Alejandro tejía una cuerda para llegar al interior de las cosas. Su fuerza narrativa, terrible y devastadora por momentos, es el elemento que mueve relatos plenos de simbolismo, pasajes animados por la certeza de que el desconcierto y la incertidumbre son y seguirán siendo nuestras únicas recompensas.
EL VIAJE ÚLTIMO. Alejandro no fue a España a escribir este libro. Los que gozamos largos años de su privanza no nos sorprendimos mucho de ello. Sus viajes eran puro cuento; quizá el último también lo sea y algún día descubramos que no se ha ido, que anda por aquí, tramitando una papelería escabrosa y, Quijano distraído, en busca del taxista Sánchez que se llevó su cartera. Como quiera que sea, el territorio enorme en el que se mueve su literatura no requería de grandes desplazamientos físicos para construir las atmósferas minuciosas y seductoras que atrapan a sus lectores. Aunque era censor de efectismos fáciles, su narrativa no carece de efectos precisos y duraderos. Como duradera deberá ser la vigencia de su obra intrigante y dolorosa, profundamente comprometida con el espacio que más le interesaba explorar: los derroteros insospechados del alma humana.
JUEVES 26 EN PROFÉTICA. Tan cerca, tan lejos de Alejandro Meneses se presenta, finalmente, el próximo jueves 26 de enero en Profética, Casa de Lectura (3 sur 701). Participan con toda seguridad (si no se van a España o pierden su credencial de elector), Beatriz Meyer y Julio Eutiquio Sarabia. La editorial, Educación y Cultura, ha ofrecido que no faltará el vodka oso negro del cual era ombdusman el autor del libro.

Tuesday, January 17, 2006

¡¡¡¡EXTRA, EXTRA!!!! (Marianito voceador, el retorno)

Quiero anunciar una ceremonia que se realizará dentro de una semana, el jueves 26 de enero a las siete de la noche, en Profética (3 Sur esquina 7 poniente), la presentación del libro póstumo "Tan lejos, tan cerca", del excelente autor -profe, gurú, tlatoani- Alejandro Meneses (¡¿cómo te atreviste a irte?!). Lecturas y comentarios a cargo de la escritora Beatriz Meyer, del poeta Julio Eutiquio Sarabia, y de Mariano Morales, vicepresidente editorial del periódico Síntesis.
Es imperativo que la banda menesiana, y no sólo ella, sino todo Puebla,se congregue para este acto, donde se presentará un libro con cuentos inéditos (creo, no me hagan mucho caso) del mejor narrador que ha tenido esta ciudad, este país.
Repito la cita: Profética, jueves 26 de enero de 2006, siete de la noche, Alejandro Meneses, "Tan lejos, tan cerca". Es un homenaje a quien se lo merece tanto, y se hace obligatorio estar presentes.

Thursday, January 12, 2006

Wednesday, January 11, 2006

¿LETRAS O IMÁGENES?

Año nuevo y regresamos a la duda, si se prefiere la novela o la película o serie basada en ella. Ahora es el caso de Los miserables, del escritor francés Victor Hugo. Se han hecho varias películas, una en la década de los setenta, con Anthony Perkins como Javert -que, por cierto, no he visto- y otra en los noventa, con Liam Neeson (Valjean) y Greofrey Rush (Javert) bastante buena.
Acabo de ver una miniserie de seis horas con Gérard Depardieu (Valjean) y John Malkovich Javert), y me parece una excelente adaptación, muy apegada a la novela y con brillantes actuaciones. La recomiendo.
En cuanto al libro de más de mil páginas -edición Porrúa-, me pareció una manera original de escribir. Hay fragmentos donde pareciera que Victor Hugo envió a un grupo de personas por las calles de París para que espiaran cada movimiento de los personajes, y que luego escribieron "el autor de este libro dice..."
Para iniciar el año, recomiendo la miniserie y la novela de Los miserables. Las dos a la altura, excelentes tanto en el papel como en las imágenes.

Tuesday, January 03, 2006

MANUAL DE ZOOLOGÍA FANTÁSTICA.


Revisando entre los libros de mi papá, encontramos este manual, escrito por (¿pueden creerlo?) Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero, de los Breviarios del Fondo de Cultura Económica –No. 125–, editado en 1957 y reimpreso en 1966 y1971. El libro habla sobre animales nacidos en las leyendas de diversos países, en la mente de escritores como C. S. Lewis, autor de Las Crónicas de Narnia, de Edgar Allan Poe, Franz Kafka. Animales vistos con formas diferentes por personas diferentes, como el basilisco, visto en forma de serpiente y de gallo, el centauro, minotauro, la esfinge.
Reproduzco el prólogo del libro, escrito por los propios autores, en enero de 1954.

“A un chico lo llevan por primera vez al jardín zoológico. Ese chico será cualquiera de nosotros o, inversamente, nosotros hemos sido eses chico y lo hemos olvidado. En ese jardín, en ese terrible jardín, el chico ve animales vivientes que nunca ha visto; ve jaguares, buitres, bisontes y, lo que es más extraño, jirafas. Ve por primera vez la desatinada variedad del reino animal, y ese espectáculo, que podría alarmarlo u horrorizarlo, le gusta. Le gusta tanto que ir al jardín zoológico es una diversión infantil, o puede parecerlo. ¿Cómo explicar este hecho común y a la vez misterioso?
Podemos, desde luego, negarlo. Podemos pretender que los niños bruscamente llevados al jardín zoológico adolecen, veinte años después, de neurosis, y la verdad es que no hay niño que no haya descubierto el jardín zoológico y que no hay persona mayor que no sea, bien examinada, neurótica. Podemos afirmar que el niño es, por definición, un descubridor y que descubrir el camello no es más extraño que descubrir el espejo o el agua o las escaleras. Podemos afirmar que el niño confía en los padres que lo llevan a ese lugar con los animales. Además, el tigre de trapo y el tigre de las figuras de la enciclopedia lo han preparado para ver sin horror al tigre de carne y hueso. Platón (si terciara en esta investigación) nos diría que el niño ya ha visto al tigre, en el mundo anterior de los arquetipos, y que ahora al verlo lo reconoce. Schopenhauer (aún más asombrosamente) diría que el niño mira sin horror a los tigres porque ignora que él es los tigres y los tigres son él o, mejor dicho, que los tigres y él son de una misma escencia, la Voluntad.
Pasemos, ahora, del jardín zoológico de la realidad al jardín zoológico de las mitologías, al jardín cuya fauna no es de leones sino de esfinges y de grifos y de centauros. La población de este jardín debería exceder a la del primero, ya que un monstruo no es otra cosa que una combinación de elementos de seres reales y que las posibilidades del arte combinatorio lindan con lo infinito. En el centauro se conjugan el caballo y el hombre, en el minotauro el toro y el hombre (Dante lo imaginó con rostro humano y cuerpo de toro) y así podríamos producir, nos parece, un número indefinido de monstruos, combinaciones de pez, d epájaro y de reptil, sin otros límites que el hastío o el asco. Ello, sin embargo, no ocurre; nuestros monstruos nacerían muertos, gracias a Dios. Flaubert ha congregado, en las últimas páginas de la Tentación, todos los monstruos medievales y clásicos y ha procurado, sus comentadores nos dicen, fabricar alguno; la cifra total no es considerable y son muy pocos los que pueden obrar sobre la imaginación de la gente. Quien recorra nuestro manual comprobará que la zoología de los sueños es más pobre que la zoología de Dios.
Ignoramos el sentido del dragón, como ignoramos el sentido del universo, pero algo hay en su imagen que concuerda con la imaginación de los hombres, y así el dragón surge en distintas latitudes y edades. Es, por así decirlo, un monstruo necesario, no un monstruo efímero y casual, como la quimera o el catoblepas.
Por lo demás, no pretendemos que este libro, acaso el primero en su género, abarque el número total de los animales fantásticos. Hemos investigado las literaturas clásicas u orientales, pero nos consta que el tema que abordamos es infinito.
Deliberadamente, excluimos de este manual las leyendas sobre transformaciones del ser humano: el lobisón, el werewolf, etc.
Queremos asimismo agradecer la colaboración de leonor Guerrero de Coppola, de Alberto D’Aversa y de Rafael López Pellegri.

J.L.B.
M.G.

Martínez, 29 de enero de 1954.

FIN DE VIAJE.

El título de la primera novela de Virginia Woolf, publicada en 1915. Inicia con una caminata donde Helen Ambrose reprime el llanto, aferrada a una baranda junto al puente. Trata sobre un viaje por mar –el que, seguro, ella no quería hacer, aunque nunca se aclara si esa es la causa de su llanto–, desde Inglaterra hasta una colonia imaginaria en Sudamérica, llena de ríos y una vegetación exhuberante. Los protagonistas, la familia Ambrose y su sobrina Rachel, inician el viaje en un bote, en el que “dan un aventón” al matrimonio Dalloway, que aparecería en una novela posterior, y se instalan en una villa cercana a un hotel, donde Rachel conoce a Terence, un joven del que se enamora y piensan casarse. En la estadía entre villa y hotel, Woolf introduce varios personajes, a los que a veces se refiere con el nombre, y a veces sólo con el apellido. La novela termina con los huéspedes comentando la muerte de Rachel, a causa de una enfermedad adquirida en el viaje, que se manifiesta con fiebre y delirios, entreteniéndose en otras actividades.
A lo largo de la novela, lo que persiste es el análisis de la psicología de los personajes por medio de otros. Además, una atmósfera un tanto aristócrata, pláticas acerca de política, de la elección de estudios y comparación entre Inglaterra y el lugar en América, del clima o las causas de la enfermedad de Rachel.
En lo personal se me dificultó un poco la lectura del libro, por ser tantos los nombres que se introducen a lo largo de la trama, por referirse a los personajes de manera diferente. Y creo que un final más adecuado hubiera sido uno acerca de la familia Ambrose, y no el que se refiere a los huéspedes jugando ajedrez en un salón del hotel.
De cualquier manera me parece un libro recomendable, en el que tal vez la edición (Caralt–BUC) no ayudó mucho a la lectura.