Saturday, May 10, 2008

HADAS SIN ALAS

Había una vez, en un reino muy, muy lejano, una bruja que hechizó una pluma. La bruja quería conocer los cuentos de la princesa al momento de ser escritos. Quería cantarlos antes que los pliegos llegaran a manos del bufón de la corte. Y entonces hizo aparecer la pluma en el castillo, cerca de la fuente del jardín principal, en la banca donde la princesa pensaba que los bucles de su próximo príncipe debían ser de nuevo rubios.
La princesa tocó la pluma. Era muy larga y negra, parecía venir de las alas de un cuervo tan alto como los arbustos del jardín. O más. El hada madrina de la princesa presintió tinta de sangre, herederas al trono reposando en féretros de cristal o entre doseles tornasolados en un sueño de todo el reino. Sacudió la cabeza, olvidó la tragedia de castillos vecinos, y tocó la pluma con su varita. La bruja no tendría ni los cuentos ni la sangre de la princesa.
Y entonces los cuentos de la princesa fueron otros. Le quitó las alas a las hadas, no volvió a imaginar bucles en la cabeza de sus príncipes –ni dorados ni de otro color–, llevó a sus heroínas a buscar lo que seguía a la frase “y vivieron felices por siempre”.
Los nuevos cuentos de esta princesa podrían dar como resultado el más reciente libro de Eve Gil, La reina baila hasta morir, editado por Ediciones Fósforo, donde la Cenicienta deja a su príncipe azul en el castillo, sale para tener sexo con desconocidos, y Blanca Nieves abre con un autógrafo de Reina Cardoso la posibilidad de trabajar en su periódico, de tener una relación diferente a la de directora–jefa de información.
Eve Gil lleva historias infantiles como Alicia en el País de las Maravillas, La Cenicienta o Blancanieves por el camino del erotismo y el humor, hace que sus personajes nos transmitan el afecto por la abuela a través de algo diferente a una canasta y un paseo en medio del bosque.
Son siete narraciones en las que voces en primera persona y omniscientes, a veces trenzadas con la de los personajes, nos llevan más allá del final feliz de los cuentos de hadas.
Con epígrafe de Anne Sexton, escritora estadounidense que se suicidó en 1974, el lector adivina la temática del libro. Es un poema donde Blancanieves, con ojos azules de muñeca, recurre a su espejo “como suelen hacerlo las mujeres”. En estas líneas se saca de contexto al personaje de cuento de hadas por excelencia.
Eve Gil repite este ejercicio desde el primer cuento, “Alicia o el diablo”, donde Alice o Lieselotte, la “tonta niña rubia, que quién sabe a quién habría salido en una familia de trigueños”, aparece después de años de haber sido secuestrada. De la niña con el cabello estirado hasta el dolor, la de bucles dorados, sólo queda el cubo de Rubik y una manía infantil de chuparse un mechón. Con humor hasta la última línea, asistimos a una historia en tercera persona, donde el narrador irrumpe constantemente, como un personaje más, aludiendo a la vergüenza de encontrar a una hija en condiciones desastrosas, muy lejanas a la heroína, a la princesa del cuento de hadas –“Cuando la pequeña Lieselotte reapareció ya no era pequeña. Era, de hecho, una mujer de inmensas ubres”–: “¡En el infierno se pudra el que inventó las pruebas de ADN!”
En “Cenicienta Hardcore”, el hada madrina se llama cirugía estética y tintes rubios, Cenicienta cambia su nombre por el de Lorna Villagrán, y la ocupación de los personajes femeninos de cuento de hadas –princesa–, cambia a su sinónimo de la actualidad: actriz de telenovelas. Aquí, la magia conecta miles de computadoras alrededor del mundo, de la ciudad, y le da a Cenicienta no un carruaje, tampoco zapatillas de cristal o un corcel y cochero. A través del internet consigue sexo con desconocidos. Asistimos a un encuentro que comienza desde el elevador, en primera persona. Y es, al final, en el elevador, donde la protagonista–narradora encuentra su zapatilla de cristal: un botón del uniforme del elevadorista, el empleado de Cordero –DosAmigos–, quien la dejó al final de la ruta del elevador “mareada y mojada como si sus palabras hubieran tocado su punto G”.
“Ataraxia” es una parodia del cuento de los hermanos Grimm, que aparecio en 1822 en sus Cuentos para la infancia y el hogar, y muestra una Reina que muere de envidia por la juventud de Nieves, su veinticuatroañera y reciente jefa de información, cuyos ojos siguen “ávidamente la trayectoria de los dedos de la jefa” mientras se abotona la blusa luego de un bochorno que venía “reptando desde la tersura de sus talones”.
Reina Cardoso no tiene complejos al enviar a su flamante reportera a morir en la guerra de Irak, de la que regresa como heroína. Y además candidata a un reconocimiento, para aumentar el odio de Reina. Provoca un accidente del que la jefa de información sale apenas viva. En estado de coma. Al final, la muerte de la directora del periódico El metropolitano, Nieves cabalga con el príncipe azul de consolación y deja una última frase en el aire de la cabaña. Dedicada a Reina: “Pudimos... haber... sido... tan... felices... Te... amaba, Reina...”
La escena final de “Ataraxia” retoma el título del libro, una línea de la epígrafe de Anne Sexton –“y bailó hasta morir”–. Reina Cardoso tropieza y cae sobre la fogata, arde su vestido “del material de sus flamantes senos”, se revuelca sobre la tierra para “aplacar a la bestia que la devoraba”.
Los cuentos “Las abuelas”, “Cerridwen y las sirenas”, “Claveles salvajes” y “La culpa es de los bolcheviques” completan la publicación. Con La reina baila hasta morir, de Ediciones Fósforo, Eve Gil nos acerca a historias anidadas en la infancia, al tiempo de llevar a éstos muy lejos de los brazos de sus príncipes azules, de la posibilidad de morir con manzanas envenenadas, de las hadas que aparecen vestidos con el toque de una varita, de los bailes que terminan a las doce de la noche.
Y la princesa, dicen, vivió feliz y escribiendo, siempre, con la pluma del cuervo.

Tuesday, May 06, 2008

MÁS ACERCA DE CRÍTICA

Tomado del periódico e-consulta:
CARTA ABIERTA
Opinión al conflicto entre Grupúsculos
Por medio de la presente y mediante el título de “trabajadores autónomos de la palabra” el medio de escritores jóvenes y no jóvenes que no pertenecemos al oscuro conflicto entre grupúsculos (porque seamos sinceros, este es un conflicto entre el grupo de Alí Calderón y el grupo, no de Crítica, sino de la que es considerada “la generación poética más sólida de Puebla”, me refiero a la generación del 50) intentamos verter nuestro sentir por medio de esta carta, pues entendemos que, sino es por este medio, nuestras voces literarias (lánguidas si se quiere, pero al fin voces.) parecieran no existir.
En el reclamo (injustificado) del señor Alí Calderón conviven a nuestro parecer dos ingredientes a subrayar, el primero tiene que ver con desestabilizar a la revista de la universidad (Crítica), y el segundo, una vez desestabilizada ésta, ascender (el grupúsculo del señor Alí ) a la dirección de la misma; lo cual, significaría no sólo un retrazo de la revista en sí, sino (y atendiendo, a la poética que pregonan los integrantes de este grupo) un atraso en la literatura misma de la Ciudad de Puebla.
No hace mucho, uno de los integrantes del grupo de Alí Calderón, andaba pregonando que si se quería ser poeta, los aspirantes a tal oficio, deberían unirse al grupo de Alí Calderón, porque de otra manera, sería prácticamente imposible.
Lo que ignora este grupo (concienzudamente), es que existe gente que cree en la literatura libre. Existe gente que no se abalanza sobre el dinero y los títulos que otorga el estado, incluso, combatimos dichas fuentes que no son más que partes constituyentes de la dinámica a la que Vargas Llosa entendía como la “Dictadura Perfecta” (refiriéndose Llosa al sistema político-cultural de nuestro país).
Al parecer los sueños de poder de Alí Calderón no son suficientes con haber ya tomado injerencia dentro del Colegio de Lingüística y Literatura de nuestra universidad, pues forma parte ya de la plantilla docente (lo cual encontramos rozando ya en lo grotesco, pues, a nuestro parecer, no tiene la preparación, ni la elucidación, que sólo los años brindan, habría que preguntarle a nuestro Rector si ¿esto es la excelencia académica?) así como también la organización de los congresos de literatura, ahora este señor quiere tomar la revista para entonces sí hacer su elite literario; debemos estar pendientes al trazo que se está evidenciando con esta exigencia, pues da lugar a preguntarnos, que si hoy el grupo de Calderón reclama la revista Crítica ¿qué reclamará el día de mañana? ¿Acaso el fomento editorial de nuestra universidad?
Más el señor Alí, no debe olvidar que abundan los grupos literarios, cuya única aspiración es encontrar solidez en su voz, a la vez, de liberar la literatura de esos tumores malignos que acaparan el trabajo de la palabra.
Al parecer la afectación de haber nacido en cuna de oro o cuna de libros, le es suficiente al señor Alí Calderón, para no pasearse por las calles de la Angelópolis y observar que hay gente comprometida con la literatura. No está de más mencionar algunos grupos como el caso de Oclesis, Fuerza del pueblo, Suicidio colectivo, Circulo de Lovecraft, Guillermo Carrera, Gabriela Puente, los compañeros del Colegio de Lingüística que no pertenecen a ningún grupo etc. Hablar de la poética del Grupo de Alí Calderón, sería una perdida de tiempo (que quede subrayado que dicha poética está lejos de representa un avance de la literatura en Puebla, y sí, implica un retroceso a la ortodoxa silueta del cisne) En cuanto a esta desfachatez de jactarse del currículum, habría que decirle al señor Alí que no está libre de especulaciones, tanto de su persona como de su grupo, que hacen suponer toda una corruptela del sistema de premiaciones (claro, hablamos de los jurados) baste recordar su declaración cuando presento su primer texto, la cual se llevo a cabo en profética: “ Yo no sé porque han premiado este texto, pues fue el resultado de una tarde en la que estaba que me llevaba, porque una chica me había dicho que no” y en efecto, señor Alí, el poemario es eso, no vale la pena, es como leer los versos de un Vicente Quirarte adolescente, pero en fin, mejor leamos directamente a Quirarte.
En cuanto a Crítica, debemos señalar, que si la revista no publica textos de unas cuantas personas, es debido a dos cosas, primero, porque los textos no publicados no corresponden al perfil de la misma, y segundo, porque los textos no cuentan con la calidad suficiente (debo decir que a más de uno de nosotros, la revista Crítica nos ha rechazado textos, sin dejar de hacernos ver nuestra deficiencias explícitamente literarias, y no como argumenta el señor Alí Calderón, esto es que tenga que ver con luchas generacionales; por cierto en esa revista se rebasa dicho conflicto generacional, pues hay gente publicada perteneciente, a los ochentas, setentas, sesentas y cincuentas) y que por ello mismo la revista Critica goza de un relevante prestigio a nivel nacional, del cual, nuestro Rector debe sentirse orgulloso.
Queremos (más allá de denunciar que esta pelea entre grupúsculos, invalidan la opinión de otras letras) hacer notar que más vale que se resuelva pronto dicho problema, porque de lo contrario la revista Crítica ( que es de los universitarios y no de Alí Calderón) estará en riesgo no sólo de desestabilizarse, sino (y lo peor) de sucumbir.
El señor Alí Calderón debe entender, que la cosas se ganan con el trabajo y no a través de la guerra sucia.
No está de más recordarle al “poeta” Alí, que goza con el título de poblano distinguido, y que por tanto, es (o debiera ser) ejemplo a seguir, y no languidecer con errores de la burocracia corriente, esto es, que mediante dicho título, exhiba su abuso de poder.
ATTE.“Trabajadores Autónomos de la Palabra”
Puebla, pue. 29 abril 2008

OPINIÓN DE ALEJANDRO BADILLO Y JUDITH CASTAÑEDA SOBRE CRÍTICA

Subo la nota que salió hoy en E-consulta sobre la opinión mía y de Alejandro por los ataques de Alí Calderón a la revista literaria Crítica.
ARGUMENTAR SOBRE CRÍTICA
En relación con la polémica en torno a la revista Crítica, queremos señalar lo siguiente:
Como colaboradores de la revista, lamentamos verla sujeta a una serie de ataques que parecen motivados más por una rencilla personal que por el deseo de hacer una crítica constructiva para mejorar los contenidos y criterios de la revista.
El supuesto descontento de la comunidad artística poblana, que refiere Alí Calderón, dista mucho de ser una realidad generalizada. En nuestro caso, como jóvenes escritores, siempre hemos encontrado en Crítica un espacio cuyo criterio privilegia la calidad por encima de nombres o reputaciones; cualidad, por cierto, que nos permitió colaborar desde hace algunos años.
Una revista literaria, como todo proyecto artístico, se fundamenta en criterios subjetivos que, en el caso de Crítica, garantizan su calidad. Democratizar la participación en una publicación de este prestigio, no es sinónimo de mejoría. Ser joven escritor universitario o pertenecer a alguna minoría, no deberían considerarse como requisitos únicos de colaboración.
Sin duda la línea editorial de la revista depende del criterio del director y subdirector. Como en cualquier escenario en donde se debe hacer una selección con base en juicios subjetivos, la existencia de un ambiente de continua discusión no sólo es obvia sino deseable.
Si el propósito es que se conozca la obra de “jóvenes escritores universitarios” omitidos en Crítica, sería benéfico que Alí Calderón difundiera el trabajo de éstos. De esta forma el público podría valorar la calidad de las obras y decidir si es o no imperativo modificar la dirección de la revista.
Toda universidad tiene un compromiso fundamental con la sociedad; debe promoverse una sana interacción entre la institución educativa y la comunidad a la que pertenece. No es sensato, por tanto, incitar modificaciones que convertirían a un proyecto universitario de repercusión nacional e internacional, como Crítica, en una revista limitada a la participación estudiantil y académica.
Con respecto a la carta de Alí Calderón surgen varias acusaciones cuya gravedad exige mayor sustento. ¿Por qué Crítica es anacrónica? ¿Por qué son “light” sus contenidos? ¿Cuáles son las fuentes consultadas para afirmar que la revista no es leída y su distribución es nula? ¿Quiénes, en la universidad, forman parte de la “mejor generación de escritores de su historia”? ¿Por qué es incapaz de competir con otras publicaciones de México y el resto del mundo? Crítica ha caído en el “olvido y en el desprecio” ¿De quién?
La riqueza de una publicación que admite colaboraciones es que en verdad se nutre del trabajo de todos quienes hemos publicado en ella. De tal suerte, calificar a Crítica de anacrónica, incapaz de competir, “light”, etc. equivale a condenar al “olvido y al desprecio” a cada uno de sus colaboradores. Nosotros no somos parte de ningún “grupúsculo” que se confabula para adueñarse de la revista. Los que nos conocen saben que no acostumbramos tomar partido en polémicas, sin embargo, la carencia de fundamentos claros y la generalización en los comentarios, nos orillan a hacerlo. Con lo anterior esperamos haber contribuido al menos con la exigencia de que se empleen argumentos concretos que expliquen, en principio, la absoluta necesidad de un cambio de dirección y contenidos en Crítica.
Judith Castañeda Suarí
Alejandro Badillo Cervantes