Wednesday, January 10, 2007

LA OTRA CONQUISTA


La película La otra conquista cuenta con actuaciones magistrales, como Damián Delgado, quien interpreta a Topiltzin o Tomás.
La crítica la califica, en ciertos comentarios, como falta de credibilidad y llena de complacencia ante las atrocidades de los conquistadores, tal vez porque los productores estuvieron asociados con Álvaro Domingo, hijo de Plácido Domingo. En mi opinión, la cinta no pretende ser maniqueísta, sólo presentar los actos de los españoles, como la búsqueda de oro y las torturas de que hicieron víctima a los antiguos aztecas, la defensa de Topiltzin por parte de Fray Diego de la Coruña, como un ejemplo de que tal vez existieron personas que no dañaron a los indígenas.
La otra conquista aborda principalmente el sincretismo, la manera en que Topiltzin terminó por creer en la Virgen de Guadalupe, buscando su propio camino hasta la “gran señora de piel blanca”; otro, no el de adorar en secreto a los dioses muertos, ni el que le dictaban los religiosos, los nuevos señores extranjeros. Lo simboliza la escena final, donde le quita la corona a la imagen de la Virgen y se arroja al vacío, abrazado a ella, vestido a la usanza antigua.
Tal vez de mostrar muy marcadamente a los malos, los buenos, los vencedores y los vencidos, se le habría acusado de tendenciosa, de maniqueísta, que creo, hubiera sido peor.
Al buscar esta película en DVD, sin suerte, me encontré con su banda sonora. Vi el disco en una esquina del anaquel; en la portada, el rostro moreno vuelto hacia el haz luminoso que recuerdo pegado en los muros del cine y en los promocionales de televisión. Brinqué como si tuviera a Robi Draco Rosa o a Johnny Depp enfrente.
Lo compré y lo he escuchado casi a diario desde el fin de semana. Encontré acordes, ambientes muy similares a la hermosa y poderosísima música de 1492, La conquista del Paraíso, compuesta por el griego Vangelis para la cinta en ocasión de los quinientos años del Descubrimiento de América –el encontronazo vino después.
El texto que sigue aparece en el interior de la portada del disco, donde se mencionan actores como José Carlos Rodríguez, Elpidia Carrillo y Damián Delgado, y también aparecen fotografías de escenas de la película.
La música, al ser el lenguaje universal por excelencia, le da una dimensión al cine que se vincula íntimamente con la respuesta emocional del espectador. Como punto de partida para los compositores de la música original de La otra conquista, primero musicalicé la película con obras existentes, con lo cual quedó definida la estructura musical e intención dramática de la banda sonora. Por ejemplo, “los últimos viajes” de Fray Diego y Topiltzin, que suceden al principio y al final de la película, respectivamente, se inspiraron en los primeros compases de La pasión según San Juan, de J.S. Bach, por lo que estas escenas se filmaron con dicha música en mente. Luego incluso le pedí a Samuel Zyman que compusiera una versión clásica–contemporánea de esta obra, que resultó en La pasión según Topiltzin, pieza medular de la película que marca el inicio del intento de conversión espiritual de Topiltzin por parte de los españoles.
Para realizar la banda sonora de La otra conquista tuvimos la fortuna de contar con dos compositores mexicanos excepcionales –Samuel Zyman (música sinfónica) y Jorge Reyes (música étnica)– cuyos estilos son muy diferentes entre sí, pero que tienen en común la refinada sensibilidad, fuerza expresiva y poder evocativo que hacen que su música sea tan memorable. Las obras que Zyman y Reyes compusieron, más allá de reforzar o encauzar diferentes situaciones dramáticas, estados sicológicos, giros de trama o imágenes específicas (que por cierto, también lo hacen), son capaces de contar por sí mismas la historia. A excepción de las Pasiones de Bach, Samuel y Jorge fueron reemplazando la música provisional que se había editado (a semejanza de los dioses aztecas que se derribaban para sustituirlos por los nuevos iconos del cristianismo), y de ahí en ocasiones que se sienta subyacente el espíritu universal de la música de Chávez, Fauré, Penderecki, el mismo Bach, etc. Más que ilustrar el siglo XVI, la música de esta película intenta expresar la naturaleza cíclica de la historia con obras que reflejan búsquedas artísticas comunes a civilizaciones que han pasado por procesos de colonialización. Basta escuchar de principio a fin este disco para entender, con la penetración subconsciente y la sinceridad que sólo la música es capaz de generar, el potencial de unión de las dos ricas y complejas culturas que se enfrentaron violentamente durante la conquista española de México en 1521.
La premisa era la de representar dos lenguajes y maneras distintas de entender el mundo, tal como sucede con los idiomas español y nahuatl, pero siendo ambos capaces de sorprender, conmover y entregarse al público a través del idioma universal de la música. Para lograr esto, Andrea Sanderson, la supervisora musical, trabajó de cerca con ambos cmpositores (quienes nunca compartieron el mismo espacio geográfico) para crear el lenguaje musical propio de la película. En el desarrollo de La otra conquista, las respectivas músicas de Zyman y Reyes se unen para convertirse en una poderosa música híbrida que combina elementos sinfónicos y étnicos, incluyendo inolvidables pasajes solistas y orquestales, coros sacros, ritmos corporales y vocalizaciones, instrumentos prehispánicos originales y el discreto uso de sintetizadores. Al combinarse crean un nuevo producto que es mucho más que la simple yuxtaposición de ambas, que es precisamente lo que sucedió con el nacimiento de la nación mexicana.
Con la maestría y belleza interpretativa que lo caracterizan, Plácido Domingo corona este disco al cantar el aria “Mater Aeterna”, que funciona como una especie de coda a la película al celebrar la fusión sincrética de la diosa madre Tonantzin y la Virgen María en una de las principales manifestaciones de la identidad mexicana: la Virgen de Guadalupe.
Para Álvaro Domingo, el productor de La otra conquista, y para mí ha sido una experiencia invaluable y una satisfacción que llevaremos dentro el resto de nuestras vidas el haber emprendido la aventura musical comprendida en este disco, donde se conjugan los talentos extraordinarios de Plácido Domingo, Samuel Zyman, Jorge Reyes, Andrea Sanderson, y la orquesta inglesa Academy of Saint Martin in the Fields con sus estupendos solistas bajo la dirección magistral de David Snell. Creo que la música de La otra conquista representa aquel puente frágil y desconocido que se atrevieron a cruzar Topiltzin y Fray Diego, al final del cual quizá haya un rayo de luz que nos revele que, a pesar de todo, es más lo que nos une como seres humanos que lo que nos separa.

Salvador Carrasco.
Director de La otra conquista.

Thursday, January 04, 2007

LAS DOS HARRIET

Harriet Tumban vivía la costa de Maryland, nació esclava y era una de 10 hijos. Era una mujer pequeña, de rostro ancho y con una pañoleta en la cabeza.
En 1849, decide escaparse guiándose únicamente por la Estrella Polar. El camino era por demás peligroso: patrullas armadas a caballo, sabuesos, letreros que anunciaban las recompensas para todo aquél que atrapara a un esclavo en fuga.
Siguiendo a veces la ruta del ferrocarril, logra llegar a la llamada Línea Mason-Dixon, que dividía el estado de Virginia del de Pennsylvania. El Norte del Sur. Sin un penny (centavo) en el bolsillo, "una extraña en una tierra extraña" -recordaría después Harriet- se propone una misión descabellada: rescatar y conducir hacia Canadá al mayor número posible de esclavos en busca de su libertad.
Nunca perdió un pasajero del llamado Tren Subterráneo, que, ni era tren, ni tampoco subterráneo. Era una ruta clandestina, por donde transitaban estas caravanas organizadas por Harriet, a quien se le conoció con el sobrenombre de Moisés.
Encontró trabajo en Filadelfia y ahorró cada centavo que ganaba. Su libertad no fue suficiente. Regresó al menos en 15 ocasiones al Sur, en busca de pasajeros para su tren, arriesgándose a que la capturaran los cazadores de esclavos. El precio por su cabeza era de 40 mil dólares, cifra enorme para esa época.
Se calcula que fueron más de 300 fugitivos, incluida su propia familia, que logró llevar a la Tierra de Canaan, como se le llamaba a Canadá. Durante el tiempo del Tren Subterráneo -hasta la Guerra Civil- fueron miles los que lograron llegar a los estados norteños y Canadá, pero hubo otros destinos y entre éstos estaba el norte de México -en Coahuila existe actualmente un pueblo con descendientes de esos antiguos esclavos.

Harriet Beecher Stowe ha nacido el 14 de junio de 1811 en Lichtchfield en el Connecticut. A pesar de una formación puritana-su padre era pastor de una congregación por la tradición de Jonathan Edwards y sus seis hermanos deberán seguir esa vía- su vía no es ni pura ni religiosa. La fe protestante juega sin embargo un papel importantísimo en su vida.
Se casa en 1835 con Calvin Stowe, pastor y profesor de literatura bíblica. En 1849, ve morir de cólera su sexto hijo, lo que la sume en un profundo dolor. La ley de 1850, que obligaba a denunciar los esclavos, incluso en los de Estados Libres ya, obligaba todas las personas a venir a denunciarlos a las autoridades, inspirará a Harriet Beecher Stowe un libro entregado por capítulos que empieza a aparecer en 1851, en el "The National Era": La cabaña del tio Tom o la vida de los humildes (Uncle Tom's Cabin). Esta obra provoca contra reveses apasionados que tuvieron una influencia determinante sobre la guerra civil. Traducido en treinta y dos lenguas, se jugó en el teatro hasta 1930. Publica después una segunda parte en 1856: Dred, historia de una gran marisma maldita.
El éxito de Sra. Stowe se debe más la actualidad del tema en esa época que a su forma literaria: el problema de la esclavitud era un tema que dividía profundamente América de aquellos momentos.
Cuentan que mientras millares de vidas se perdían en los campos de batalla de Estados Unidos durante la Guerra de Secesión que entre 1861 y 1865 enfrentó a los estados esclavistas del Sur con los abolicionistas del Norte, el presidente Abraham Lincoln mantuvo una entrevista con la esposa de un predicador llamado Calvin Stowe. Antes de empezar a charlar el político miró risueñamente a la mujer y dijo: «De modo que es usted la mujercita que ha provocado el estallido de esta guerra...». La anécdota, seguramente apócrifa, sirve para indicar sin exageración alguna la fama y el impacto que había provocado en la sociedad norteamericana un libro firmado por la señora en cuestión: Harriet Beecher Stowe. Su título era La cabaña del tío Tom.El éxito fue innegable, pues la aceptación por el público fue masiva, consiguiendo ser uno de los libros mas vendidos en el siglo XIX.
Sin embargo, aquellos años no resultaron fáciles para Harriet Beecher Stowe. La muerte de sus cuatro hijos, la tardanza de Lincoln por proclamar la emancipación de los esclavos en todo el país, y el levantamiento de los nacionalistas del sur, que deseaban conservar sus privilegios sobre la esclavitud. A pesar de ello, la escritora no dejó de trabajar incansablemente. Entre 1862 y 1884 Harriet escribió un libro por año aproximadamente con un éxito más que regular. Después de su muerte, en 1896, vendrían las críticas a La cabaña del tío Tom, en ocasiones muy duras. En primer lugar se censuró su carácter acentuadamente cristiano que llegaba al punto de convertir al tío Tom en mártir que perdona a su asesino. Si tal énfasis había obtenido gran apoyo en 1852, a finales del siglo XIX los personajes y el tono de la novela eran tachados de insoportablemente santurrones.
El libro narra las vicisitudes de un esclavo llamado Tom, quien pasa de unos amos a otros. Además del personaje central (Tom), a su alrededor se mueven otros con sus historias respectivas. Historias realmente conmovedoras llenas de críticas hacia el pensamiento esclavista de la época, con opiniones muy personales de la autora al respecto.
La cabaña del Tio Tom es una obra con estilo coloquio, con enorme fuerza. Es como un púlpito para su autora. En ella la religiosidad es un apoyo constante contra la esclavitud. Una obra que habla acerca de la esclavitud, de cómo eran tratados los negros y de hombres sin escrúpulos que no sentían el más mínimo sentimiento hacia ellos. También contiene religiosidad ya que la mayoría de los personajes se apoyan del cristianismo para sobre llevar todos sus problemas y tristezas.