Crítica, la Revista Cultural de la Universidad Autónoma de Puebla, está cumpliendo treinta años. Desde este rincón un abrazo al equipo que la mantiene en circulación y a los colaboradores, de los cuales he tenido el honor de formar parte en tres ocasiones. ¡Que vengan muchos aniversarios más!
Entrevista e imagen tomadas del diario La jornada de oriente, en su edición del día de hoy:
Amelia Domínguez.
Pocas revistas culturales universitarias en el país pueden preciarse de tener estas tres virtudes: antigüedad, consistencia y calidad, como la revista Crítica, de la Universidad Autónoma de Puebla, que vio la luz en 1978, y que con el número 129, que se encuentra en circulación, está celebrando su trigésimo aniversario.
Fue en el rectorado del ingeniero Luis Rivera Terrazas, cuando apareció el primer número de Crítica. El consejo fundador (octubre de 1978) estaba conformado por: José Blanco Gil, Enrique Condés Lara, Carlos Contreras Cruz, Leticia Gamboa Ojeda, Luis Ortega Morales, Andrés Ruiz, Martín Pérez Zenteno, Armando Pinto, Gabriel Vargas y Alfonso Velez Pliego. Su primer director Humberto Sotelo, estuvo en ese cargo hasta el número 33, diciembre de 1987. El escritor Mariano Morales entró al relevo, a partir de la edición del número 34, manteniéndose en la revista hasta el número 49, en la primavera de 1992; en estos últimos números también estuvo como director general Jaime Ornelas Delgado. En esa primera etapa, la revista tenía un corte cultural mucho más ecléctico, pues lo mismo tenían cabida artículos de filosofía, de historia, de música, ciencia, política, artes plásticas y economía, entre otros temas.
A partir del número 50, su actual director, Armando Pinto Parada tomó las riendas de Crítica para darle un giro de 180 grados, enfocándola exclusivamente a la literatura e ilustrando la portada y páginas interiores con obras de artistas plásticos y visuales.
Es así que la revista cultural de la UAP, ha sobrevivido tres décadas a diversos rectores y a sucesivas crisis políticas y económicas. A Rivera Terrazas le siguieron Alfonso Vélez Pliego, Samuel Malpica, José Doger, Enrique Doger y Enrique Agüera Ibáñez, rector actual; todos ellos han otorgado más o menos recursos para que Crítica se sostenga y se mantenga.
Y no es casual, ya que en estos últimos años, la revista Crítica ha recibido diversos reconocimientos, entre ellos, el Premio Arnaldo Orfila a la mejor revista universitaria, concedido por la Feria del Libro de Guadalajara en 1993; en julio de 1999 fue incluida en el Árbol genealogico de la Literatura Mexicana por la Revista Vuelta. En 2006 fue considerada por el periódico Reforma una de las 10 mejores revistas culturales de nuestro país. Y en 2007 fue considerada por la revista francesa Le Magazine Litteraire una de las cinco revistas en las que se jugaban las cartas decisivas de la literatura mexicana (las otras cuatro: Letras Libres, Nexos, La Tempestad y Línea de Fuga).
En esta segunda época, la revista se precia de tener una larga lista de colaboradores y de haber publicado poemas, cuentos, artículos y traducciones de escritores prestigiados, como el actual Premio Nóbel, J.M.G. Le Clezio, José Emilio Pacheco, Antón Arrufat, Fernando Arrabal, Eduardo Lizalde, V.S. Naipaul, Carmen Boullosa y Álvaro Mutis, entre decenas más de autores.
Sobre estos logros, su historia, el trigésimo aniversario y el futuro de Crítica, se desarrolló la siguiente entrevista con el filósofo y lector empedernido Armando Pinto Parada, quien durante un breve periodo se desempeñó también como director de Difusión Cultural de la Vicerrectoría de Extensión y Difusión de la Cultura de la UAP, dando un fuerte impulso a la literatura.
Jornada de Oriente (JO) –¿Crees que la persistencia de la revista se deba a los colaboradores, a los lectores, a los rectores que la han apoyado o a quienes la han dirigido?
Armando Pinto (AP) –Me gustaría decir que a los lectores, pero no me hago ilusiones. Si sobrevive es porque los diferentes rectores que hemos tenido han pensado que vale la pena sostenerla. Por supuesto, sin lectores ninguna revista sobrevive. Y si no tienes colaboradores ni siquiera llegas a la imprenta.
JO –¿Qué fue lo que te motivó a darle un giro total hacia la literatura a la revista al hacerte cargo de la dirección?
AP –Digamos que, sin negar mis inclinaciones personales, fue un cambio impuesto por la situación. Cuando me hice cargo de la dirección comenzaban a consolidarse los centros de investigación de la universidad y por lo tanto los investigadores y maestros de las diferentes áreas del conocimiento necesitaban revistas especializadas para publicar sus trabajos. Una revista miscelánea, como era entonces Crítica, ya no respondía a sus necesidades. Pero Crítica, como revista de la universidad, y no de un centro o una escuela en particular, debía apoyarse en un campo que no le resultara ajeno a nadie. Un suelo común, por decirlo así. Este campo es, por supuesto, la cultura y dentro de la cultura el elemento con mayores posibilidades de involucrar a los sectores más heterogéneos de la sociedad es la literatura. Si escribes sobre cine, o música o arquitectura, y lo haces bien, estás haciendo literatura. Hay un ensayo de Junichiro Tanizaki dedicado a los retretes del antiguo Japón que es una obra literaria de primer orden. Pero tengo que reconocer que de algún modo el camino para su transformación se inició, aun sin mucho énfasis, bajo la dirección de Mariano Morales. Él publicó por primera vez en Crítica a Gonzalo Rojas, para poner sólo un ejemplo.
JO –¿Crítica está dirigida a los universitarios?
AP –No. Es decir, no sólo a ellos. Crítica nunca se pensó como una publicación interna. Y te lo digo con conocimiento de causa, pues yo formé parte del consejo editorial que la fundó. Crítica tenía que ser una publicación que la universidad le ofreciera a la sociedad. La difusión de la cultura es, junto con la docencia y la investigación, una de las tres actividades sustantivas de la universidad.
JO –Algunas personas la consideran elitista.
AP –Y, en efecto, lo es. No sé por qué cierta gente le tiene tanto miedo a esa palabra. Es elitista porque procuramos publicar a los mejores escritores en lengua española y queremos que llegue a los mejores lectores. Pero, además, si no lo hiciéramos así estaríamos traicionando a la universidad. La misma universidad intenta ser una universidad de élite. Una universidad que atraiga a los mejores estudiantes y los convierta en los mejores científicos, en los mejores médicos, en los mejores científicos del país. Y, al ser una universidad pública, no le pone obstáculos a los estudiantes que provienen de los sectores sociales con menos recursos. Crítica cuesta 30 pesos el ejemplar, es decir, está al alcance de todos.
JO. –¿Pero qué me dices de la distribución?
AP –Crítica es una de las revistas universitarias mejor distribuidas del país. Qué yo sepa sólo compiten con ella en cuanto a distribución la Revista de la UNAM y Casa del Tiempo de la UAM.
JO –¿A estas alturas, a los 30 años de la revista, cambiarías algo todavía?
AP –Bueno, el mundo en que vivimos hoy es un mundo radicalmente diferente al que teníamos hace 16 años. Hoy, aun el más optimista de los editores sabe que el papel ya no es el único soporte del lenguaje escrito o, incluso, de la literatura. El internet (decir la internet me suena ridículo) no es un enemigo, puede ser de una ayuda enorme. Así que te respondo que sí, en efecto, me gustaría darle cuerpo a un proyecto que tengo desde hace rato: Crítica on line. Esta revista virtual sería hermana de Crítica en papel, pero cada una tendría sus propias características. No quiero abrumarte describiéndotelas, sólo te digo que cada una tendría su propio contenido.
JO –Hace algunos meses, un poeta joven de Puebla, Alí Calderón, armó revuelo en los medios argumentando que era necesario que las generaciones jóvenes dieran nuevo aire a la revista Crítica. A la distancia, con la cabeza fría, ¿crees que tenía fundamento su propuesta?
AP –Si los argumentos de Alí hubieran podido resumirse en esa elegante expresión, que los jóvenes dieran un nuevo aire a la revista Crítica, ¡yo habría estado de acuerdo desde el principio!
JO –¿Qué revistas latinoamericanas sean de esta época o de anteriores, te han influido para hacer Crítica, o a cuál te gustaría que se aproximara en su trascendencia?
AP –Siempre me pareció que tres revistas latinoamericanas eran modelos a seguir: Sur, de Victoria Ocampo, Orígenes de Lezama Lima y Plural, de Octavio Paz. Con lo cual no quiero insinuar de ninguna forma que Crítica se aproxime a ellas.
JO –En su tiempo la revista Contemporáneos, la revista Taller o Vuelta tuvieron una influencia decisiva en la literatura mexicana, ¿crees que actualmente exista en México una revista literaria a la que acuda la mayoría de los adictos a las letras?
AP –La influencia que alguna revista ejerce en la literatura de su país puede apreciarse en su justa dimensión sólo con el paso del tiempo. Y además esa influencia puede ser muy negativa. Como por ejemplo la que ejerció Tel Quel, primero en Francia y luego en otros países. Por otra parte, en todas las épocas han coexistido diversas revistas, incluso cuando parece que alguna de ellas brilla con gran intensidad. Así que resulta muy difícil saber en que proporción alguna de ellas es más buscada o leída que las demás. Y luego, puede ser que la más leída no sea la que acabe teniendo más influencia, ¿quién nos dice que no hay por ahí alguna pequeña revista semidesconocida en la que se están gestando las tendencias literarias del futuro?
JO –¿A qué aspirarías, o qué vislumbras para Crítica en los años que vienen?
AP –Mis aspiraciones por ahora se limitan a publicar el siguiente número.
JO –¿Hay alguien a quien te gustaría invitar como colaborador de Crítica y que por falta de recursos no ha sido posible?
AP –Quiero invitar a un escritor muy joven que está escribiendo en este momento cosas maravillosas, pero aún no tengo la fortuna de conocerlo.
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