Monday, April 03, 2006

LOLITA.


El libro de Vladimir Navokov, publicado en 1955, narra la historia de un hombre de cuarenta años obsesionado con las nínfulas, como nombra a ciertas niñas de doce o trece años de edad. Humbert Humbert conoce a Charlotte Haze y a su hija Dolores, Lolita. Se casa con la madre, quien muere en un accidente, y así el hombre se queda a cargo de la niña, por ahora en un campamento, ignorante de su nueva situación: huérfana. Él va a recogerla y es donde se inician una serie de viajes y la relación de amantes entre los dos.
A lo largo de dichos viajes se presentan los celos de Humbert, quien adivina en cada hombre a un amante de su Lo. La niña, podríamos decir, que aviva y tal vez hasta le divierten las reacciones de su padrastro. Ha tenido experiencias sexuales antes de él, en el campamento, y repetidas ocasiones trata de escapar. Humbert se da cuenta de que son perseguidos, teme que su relación con Lolita se haya descubierto, que un policía o un detective sea el perseguidor. La niña parece ayudar a ese hombre anónimo que cambia de autos constantemente –según Humbert–: borronea el número de placas del primer auto, rojo, intenta conducir cuando, en un camino y con una llanta ponchada, Humbert descubre a su perseguidor estacionado detrás de ellos y se acerca al auto gris, incluso habla con él...
Lolita escapa del hospital donde pasa unas dos noches, internada por una infección. Un supuesto hermano de su “padre” la recoge. Entonces Humbert empieza una búsqueda de tres años, que culmina con otra relación –Rita, una mujer de treinta–, y una carta donde la misma Lo, Dolly, le confía que está casada, embarazada, a los diecisiete años, y que necesita dinero. Él lleva cuatro mil dólares y una cómplice: un arma.
La narración, los actos de Humbert, el cargar una pistola y la actitud cada vez más exasperante de su joven amante, llevan al lector a pensar que tal vez podría ser capaz de asesinarla. Se intuye gracias al inicio: se sabe que el hombre está preso, acusado de asesinato, que al momento de publicar sus memorias está muerto. En el prólogo no se menciona quién es la señora de Richard F. Schiller –el esposo de Dolores Haze–, que muere después de dar a luz a un bebé muerto.
Pero el asesinado resulta ser un hombre, autor teatral que comparte con Humbert su gusto por las niñas: él los siguió, Lolita aceptó irse con él al ser dada de alta del hospital.
El prólogo señala que las memorias llegaron a manos de John Ray Jr., amigo del abogado de Humbert.
Es interesante cómo el propio narrador, Humbert, pasa de la primera a la tercera persona al referirse a sí mismo, y la estructura de la novela: primera persona, con un prólogo narrado por otro personaje en posesión de dichas memorias. A lo largo de toda la novela se pone de manifiesto la obsesión, iniciada al perder a Annabel, su amor de adolescente; pero también el enamoramiento del personaje, expresado al final en su deseo de una larga vida para su ninfa caída, al extrañar la voz de su Lo no junto al oído, sino entre las de los niños que juegan en una ciudad alejada, voces que llegan a él un instante antes de ser aprehendido sin oponer resistencia alguna, antes de abandonarse.

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