Thursday, September 01, 2005

UN FURIBUNDO CASO DE ENVIDIA.

La envidia puede llevarse a casos extremos.
Estoy hablando de la película "Amadeus", una de mis favoritas. La vi en televisión hace como quince años, o quizá más. Nunca la han vuelto a pasar, ¡en cambio repiten tanta cosa mala! Pero bueno. Hace poco tuve la oportunidad de comprarla en DVD, y no me canso de verla.
En ella, Salieri tiene la inquietud de ser músico, y lo logra a medias, pues trabaja en una corte donde el príncipe no sabe nada de música y lo cree bueno, lo adula. Entonces conoce a quien lo inspiró a seguir esa carrera desde niño: Mozart, quien, sin despeinarse, traduce la voz de Dios (según Salieri) , en tanto él sólo puede componer melodías que tienen como destino el olvido. La envidia lo lleva al crimen, a acosar a Mozart (¿alguien podría decirme por favor si era tan relajiento como lo muestra la película?), a empujarlo hasta la locura al usar un disfraz idéntico al de su padre muerto.
F. Murray Abraham fue acreedor al Oscar por mejor actor en esta película de 1984. En entrevista, el actor dice que llegó a audicionar para otro papel, pero que le pidieron ayudar a un actor que quería interpretar a Mozart. Lo hizo tan bien que se quedó con el protagónico. "Amadeus" es una prueba que se puede hacer una excelente película con un elenco no de súper estrellas -No recuerdo el nombre del actor que interpreta a Mozart; Constanza fue una actriz de teatro, era su primera película-, sino de excelentes actuaciones. Realizada en teatros que vieron la actuación de Mozart.
La frase, creo, central de esta película, es dicha por Salieri, dirigida a Dios: ¿por qué me diste la inquietud, para luego negarme el talento?

2 comments:

Rizzetta said...

No he visto la película pero me gustaría hacerlo...

En cuanto a la frase de Salieri, creo que es la pregunta del millón y no es el único que se la ha formulado.

Judith Castañeda said...

Sí, pero su caso es bastante grave, porque llegó a querer matar a Mozart. No sé de muchos que hayan matado por envidia, pero ha haber muchos.
Qué mala onda...