Es lamentable que una publicación de la envergadura de Crítica, única revista cultural consolidada en el extranjero y en el país –como lo señala el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes en su más reciente catálogo–, se vea envuelta en una serie de señalamientos más propia de programas televisivos de dudosa calidad, por ejemplo los denominados talk shows. Tan lamentable como que un poeta muestre opiniones y acusaciones sin calado en lugar de argumentos firmes.
Se dice que un cambio de dirección en Crítica sería “la mejor opción para solucionar el problema”, es decir, el que no se “difunda los materiales que producen los universitarios” pues los “niega” y “suprime al cerrar sus vehículos naturales de difusión”.
En la carta pública dirigida al rector de la Universidad Autónoma de Puebla, el poeta sugiere la necesidad de convertir a Crítica en una revista donde exclusivamente se publiquen textos escritos por la comunidad universitaria. Esta acción la regresaría al punto de partida de hace quince años, cuando se empezó a fomentar la excelencia educativa. Bajo la rectoría de José Doger Corte, en 1993, la publicación pasó de ser “La revista de la Universidad Autónoma de Puebla” a “la revista cultural de la Universidad Autónoma de Puebla”. A una nueva época; así lo señalaba su portada. De operarse este retroceso, Crítica perdería la presencia con la que cuenta a nivel internacional, y muy probablemente el interés se limitaría al del lector que se encuentra en el campus. Y no se trata de despreciar la calidad que puede tener una gaceta interna; sólo se señala un retroceso de quince años, en lugar del avance que pretenden plantear con el cambio de dirección y de línea editorial.
Se habla de “arrogancia insostenible”, de que la publicación está secuestrada por “un grupúsculo de escritores ajenos a la universidad” y “desprecio”. Es más arrogante pedir cabezas en un tono imperativo y asegurar con ello la “solución del problema”.
Tampoco es lógico asegurar que los cambios en la dirección de una revista deben ser constantes, o que deben durar cuatro, cinco o seis años para luego dar paso a la siguiente administración. Se trata de arte, no de la cámara de diputados o de senadores.
La literatura es amplia, acoge a quienes la ejercen con sinceridad sean o no universitarios, así escriban desde el conocimiento, desde la bohemia o el instinto. Las instituciones que lanzan las convocatorias para becas y concursos lo saben; por ello en las bases, invariablemente, figuran requisitos como presentar libros o cuartillas en los anexos: “De un mínimo de veinte cuartillas a un máximo de tres libros (publicados o no)” –esta construcción es una puerta abierta para que los jóvenes escritores demuestren su calidad, para que les sea posible solicitar las becas. Para ganarlas.
Asimismo, en el espectro de publicaciones literarias caben diferentes líneas, diferentes estilos. En vez de descalificar tanto a la revista como a las personas que la dirigen, sería mucho más sano, y por tanto beneficiaría a la literatura creada en Puebla, que el autor de la denuncia sumara esfuerzos. En otras palabras, que fundara o dirigiera una revista con las características que de Crítica exige.
Se dice que un cambio de dirección en Crítica sería “la mejor opción para solucionar el problema”, es decir, el que no se “difunda los materiales que producen los universitarios” pues los “niega” y “suprime al cerrar sus vehículos naturales de difusión”.
En la carta pública dirigida al rector de la Universidad Autónoma de Puebla, el poeta sugiere la necesidad de convertir a Crítica en una revista donde exclusivamente se publiquen textos escritos por la comunidad universitaria. Esta acción la regresaría al punto de partida de hace quince años, cuando se empezó a fomentar la excelencia educativa. Bajo la rectoría de José Doger Corte, en 1993, la publicación pasó de ser “La revista de la Universidad Autónoma de Puebla” a “la revista cultural de la Universidad Autónoma de Puebla”. A una nueva época; así lo señalaba su portada. De operarse este retroceso, Crítica perdería la presencia con la que cuenta a nivel internacional, y muy probablemente el interés se limitaría al del lector que se encuentra en el campus. Y no se trata de despreciar la calidad que puede tener una gaceta interna; sólo se señala un retroceso de quince años, en lugar del avance que pretenden plantear con el cambio de dirección y de línea editorial.
Se habla de “arrogancia insostenible”, de que la publicación está secuestrada por “un grupúsculo de escritores ajenos a la universidad” y “desprecio”. Es más arrogante pedir cabezas en un tono imperativo y asegurar con ello la “solución del problema”.
Tampoco es lógico asegurar que los cambios en la dirección de una revista deben ser constantes, o que deben durar cuatro, cinco o seis años para luego dar paso a la siguiente administración. Se trata de arte, no de la cámara de diputados o de senadores.
La literatura es amplia, acoge a quienes la ejercen con sinceridad sean o no universitarios, así escriban desde el conocimiento, desde la bohemia o el instinto. Las instituciones que lanzan las convocatorias para becas y concursos lo saben; por ello en las bases, invariablemente, figuran requisitos como presentar libros o cuartillas en los anexos: “De un mínimo de veinte cuartillas a un máximo de tres libros (publicados o no)” –esta construcción es una puerta abierta para que los jóvenes escritores demuestren su calidad, para que les sea posible solicitar las becas. Para ganarlas.
Asimismo, en el espectro de publicaciones literarias caben diferentes líneas, diferentes estilos. En vez de descalificar tanto a la revista como a las personas que la dirigen, sería mucho más sano, y por tanto beneficiaría a la literatura creada en Puebla, que el autor de la denuncia sumara esfuerzos. En otras palabras, que fundara o dirigiera una revista con las características que de Crítica exige.
Judith Castañeda Suarí.
1 comment:
Estoy totalmente de acuerdo contigo Judith. Para mí lo más triste es que si Alí, es un buen poeta, mejor que se ponga a escribir (que es su chamba) en lugar de limpiarle las botas a Agüera.
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