Many history books concentrate on leaders and describe only the activities of successful politicians, noblemen and clerics. The man in the street is often ignored, not to speak of the marginals, the outcasts who struggle continuosly to survive. Splendid examples of the last category are the medieval wandering scholars and goliards. Whereas the former group consisted of wandering clerics unable to acquire a permanent position in the Church (but enjoying at least its protecction), ther latter represented the real dropouts: the former seminarists who were now in the gutter.
In spite of their bad image however, both wandering clerics and goliards remained educated men and proved their skill in the songs they wrote. The largest and most notorius manuscript containing such poetry is the Codex burana, commissioned by a wealthy patron, perhaps an abbot or a bishop. It was not before 1803 that this early fourteenth-century manuscript popped up in the Bavarian monastery of Benediktbeuern and was taken to Munich. After Benediktbeuern it was called the Codex burana and the songs were baptized the Carmina burana.
The manuscript contains over 200 poems which are assumed to have been sung: several have so-called neumas indicating changes in pitch, while elsewere space has been left for musical notation. Although they also include other genres, the Carmina burana are renowned for the gambling, drinking and love songs and for the parodies of religious songs. Most use the Latin language, although some songs are written in French an German dialects.
In 1934 the German componer Carl Off caught sight of a catalogue recommending an edition of the Carmina burana. He was inmediately impressed by the illumination depicting the goodess Fortuna and started working on the chorus Fortuna imperatrix mundi, which was to frame his “scenic cantata”. It was premiered in 1937 as “secular songs for soloists and choir accompanied by instruments and with magic images”.
Muchos libros de historia están concentrados en los líderes y sólo describen actividades de políticos exitosos, nobles y clérigos. El hombre de la calle es frecuentemente ignorado; no se habla de los marginados, los parias, quienes se esfuerzan contínuamente por sobrevivir. Espléndidos ejemplos de esta última categoría son los eruditos medievales nómadas y los goliardos. Mientras que el primer grupo consistía en clérigos vagabundos, incapaces de obtener una posición permanente en la Iglesia (pero que al menos disfrutaban de su protección), el último representaba a los verdaderos rechazados de la sociedad: los antiguos seminaristas que habían caído a lo más bajo.
Aunque molestos por su mala imagen, ambos, clérigos y goliardos, reflejaron sus vivencias al escribir canciones. El más largo y notorio escrito que contiene semejante poesía es el Codex Burana (auspiciado por un rico benefactor, quizás un abad o un obispo). Su existencia se desconocía hasta antes de 1803. El manuscrito estuvo guardado en un monasterio Bávaro benedictino a principios del siglo XIV y se conserva en Munich. Los benedictinos llamaron Codex burana a los textos bautizados posteriormente como Carmina Burana.
El manuscrito contiene alrededor de 200 poemas, asumidos como canciones: indican cambios en su inclinación, astucia; en cierto modo son la izquierda de la notación musical. Si bien incluyen otros géneros, los Carmina burana son reconocidos por abordar el juego, la bebida, las canciones de amor y por las parodias de textos religiosos. La mayoría hacen uso del latín, aunque algunos fragmentos están escritos en dialectos franceses y germanos.
En 1934, el compositor alemán Carl Off tuvo la visión de un catálogo y recomendó una edición del Carmina burana. La iluminación que representa la diosa Fortuna lo imprimió, e inmediatamente comenzó a trabajar en el coro Fortuna imperatrix mundi, que fue la armadura de su “cantata escénica”. Los Carmina burana se estrenaron en 1937 como “canciones profanas por solistas y coros, acompañados de instrumentos e imágenes mágicas”.
Texto tomado de la contraportada del CD Carmina Burana, Quintessence digital. 1991.
Traducción: Judith Castañeda.
Tuesday, April 24, 2007
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