Monday, January 23, 2006

ALEJANDRO MENESES AÚN ANDA POR AQUÍ.

Algo que está en mi correo gracias al Caballero inexistente...
NI TAN LEJOS, NI TAN CERCA...

Enrique de Jesùs Pimentel

EL NIMBO PERMANENTE. No sólo fueron la fecha de nacimiento y la de su verdadero viaje las que Alejandro Meneses se encargó de velar con el nimbo de la incertidumbre: también el último tramo de su obra narrativa ha quedado, tal vez para siempre, envuelto en la bruma de las interrogantes.
En rigor, los libros que publicó en vida se reducen a tres. Obra condensada y estricta cuya dimensión nos habla de una vocación escritural permeada siempre por la precisión y la exigencia. Días extraños, la colección de cuentos que publicó Fomento Editorial de la UAP, apareció en el año de 1987; Ángela y los ciegos, Editorial Cal y Arena, en el año 2000 y, finalmente, Vidas lejanas, Ediciones ABZ, vio la luz en 2003. Este último agregaba a su material inédito un cuento incluido en Días extraños: "El barco de cristal". Una antología de su obra cuentística, Casa vacía, fue publicada por la Editorial Lunarena en 2004.
EL VIAJE A ESPAÑA. Tan lejos, tan cerca es, sería, su cuarto libro. Expliquémonos; a principios de 2004, Alejandro Meneses aceptó la invitación de esta editorial de reciente formación para que su libro inaugurara la colección Íntimos, la cual albergaría a escritores y escritoras que nacieron o en la región o se avecindaron en ella, pero han realizado su trabajo literario más importante en suelo poblano. El libro de Meneses sería escrito durante un viaje a España: las historias debían establecer un paralelo entre culturas hermanas.
El narrador comenzó a hacer y deshacer maletas, se informó de los lugares que podía visitar, de la casa donde hospedarse, de bares, vinos, tapas y pinchos, así como de los trámites burocráticos que debía ejecutar para obtener los documentos inherentes al periplo: visa, pasaporte. En este punto, su talante heterodoxo en materia de procedimientos oficinescos encontró los primeros diques; demorados y repetidos viajes a su natal Altzayanca le develaron la casi incombatible dificultad de obtener una copia certificada de su acta de nacimiento, cuando menos una que guardase concordancia con el nombre que usaba para ejercer como ciudadano. Los amigos que nos acercamos para ofrecerle ayuda en los vaporosos trámites comenzamos a vislumbrar cierto desgano que, conforme pasaban los días, se hizo más visible. A eso hubo que sumar que el viaje a tierras ibéricas despertó en los allegados el recuerdo de otra visita de Alejandro, muchos años antes, al mismo país. En aquella ocasión la preparó muy bien, la anunció con el protocolo debido y, cortésmente, se despidió de todos. Sin embargo, cuando pensábamos que estaba a punto de regresar, descubrimos que no se había ido.
PARA QUE IR TAN LEJOS. A mediados de abril de 2004, en una fiesta que debió haber sido la de su despedida ante el inminente viaje y que se convirtió en mi fiesta de cumpleaños, Alejandro contó, con un estilo tan inigualable como el de sus narraciones escritas, que dos o tres días antes había dejado olvidada su cartera en un taxi que lo transportó del centro de la ciudad de Puebla a su casa, en lo que él llamaba, nunca se supo si democrática o despectivamente, "las goteras de Cholula". Con la cartera, junto con los billetes de curso legal y las fotografías que se cargan como talismanes del corazón, Alejandro había perdido para siempre su credencial de elector. Una traba adicional que colmó el vaso de las contrariedades. Luego de esa confesión, la incipiente primavera nos entregó una certeza: Alejandro Meneses no iría nunca a España.
Pero el proyecto del libro continuó vigente. A pesar del frustrado viaje y de algunos problemas de salud que lo aquejaron en los meses posteriores, para fines del año pasado era también una certeza que Alejandro estaba escribiendo el libro prometido. En febrero de 2005, cuando fue convocado por una naciente editorial a participar en un libro que reuniría cuentos alrededor de El Quijote, en el año de su cuarto centenario, Meneses colaboró con un texto que, de manera evidente, procedía del libro planeado. En De claro en claro se publicó el cuento Cosas veredes; al rematar uno de los diálogos finales entre el protagonista, Quijano, y su taxista madrileño, Sánchez, el narrador desliza la frase que da nombre a este volumen:
"-¿Irás a América? -le preguntó Alonso, una tarde, al final del verano.
Sánchez miró lo que nunca había imaginado.
-No tengo cómo -dijo.
-Yo sí tuve cómo venir a morir a España -dijo Quijano, pensando en Tlaxcala.
Se vieron. Tan lejos, tan cerca."
LA PÁGINA FINAL. Un incidente más dificultó la llegada de los textos a la imprenta. Cuando el autor se apersonó para hacer entrega de un adelanto del material, el disquete en el que lo llevaba no desplegó sus archivos; no abrió, como solemos decir. Era miércoles, día que, según Alejandro, no existía. El jueves supimos que se había reunido con alguien (nunca sabremos quién) a comer. Al parecer el festejo se prolongó y el viernes una de sus ex mujeres lo encontró en cama, indispuesto. Sin decir nada ni a familiares ni amigos, la señora guardó su preocupación hasta el sábado, cuando por fin trató de alertar a la familia. Mientras, sus amigos lo buscábamos infructuosamente por los escondrijos donde su rutina de hombre solitario le tenía siempre dispuestos una mesa y un vaso de vodka. Fue un fin de semana oscuro. Un mal presentimiento nos agobiaba. La mala salud de Alejandro y su renuencia a ir al médico eran los factores que alimentaban la desazón. No respondía a las llamadas telefónicas. El buzón del celular sustituía al saludo cordial de nuestro amigo y convertía el silencio en una especie de mariposa negra adherida al cristal de una ventana.
El martes de la semana siguiente, una llamada confirmó nuestros temores: Alejandro había muerto. No tuvimos el consuelo de saber con certeza cuándo, a qué hora había exhalado el último suspiro, cuáles habían sido sus últimas palabras. Nos enteramos de su muerte apenas una hora antes de la cremación de sus restos.
EL LIBRO POSTUMO. La colaboración de la familia en la búsqueda de los textos fue determinante para la culminación de este proyecto. Integrados y confrontados con el proyecto elaborado por el propio autor, se logró la reunión de la mayor parte de ellos. Sólo dos cuentos mencionados en el índice primitivo no se fusionaron a este corpus: La vida en secreto, del que, hasta ahora, no se tienen mayores noticias, y Hacer las Indias, del que se encontró poco menos de una cuartilla.
Dos textos inéditos reparan la ausencia de esas narraciones. Esos cuentos son Luna árabe y Mientras llueve. El primero no es un cuento: es un espacio simbólico, pletórico de claves personales, guiños y alguna solicitud encriptada como la que encierran las palabras finales: Please don't go. O no tan finales si se infiere, como muchas cosas lo hacen suponer, que todavía se planteaba hacerle adiciones y modificaciones, tal vez, sólo tal vez, de baja intensidad. El segundo es un relato que da testimonio de una larga filiación literaria y vital: Scott Fitzgerald.
El cuidado de la edición, a cargo de Beatriz Meyer, procuró respetar el estilo, sobre todo en los cuentos en los cuales se percibían ciertos desniveles narrativos difíciles de hallar en otros textos. Ello indicaba, junto con otros aspectos del proceso personal de escritura de Alejandro, que esos relatos quedaron, si no inconclusos, sí en obra negra, sin retoques formales, esos giros estilísticos suyos tan leves pero tan reconocibles como el olor de la lluvia. La labor era ardua. Sólo el cariño y la persistencia fueron la guía para encontrar la solución a algunas frases, a ciertos finales que su fervor narrativo ponderaba una y otra vez y que nosotros tuvimos que elegir de acuerdo con el conocimiento del amigo y su obra. Tan lejos, tan cerca, el último libro de Alejandro Meneses, se convirtió así en un símbolo, un monumento a la amistad y a la pasión por la escritura.
Libro de umbrales, Tan lejos, tan cerca es un espejismo, una colección de historias inscritas en los límites de luz y oscuridad en los que el autor se movió toda su vida. Dos relatos, Luna árabe y Los días de baile, parecen indicar los derroteros por los que su búsqueda estética andaba al momento de su muerte. La conciencia del fin, la soledad, los fantasmas, la noche con su carga etílica, la luna que siempre lo acompañó son los elementos con los que Alejandro tejía una cuerda para llegar al interior de las cosas. Su fuerza narrativa, terrible y devastadora por momentos, es el elemento que mueve relatos plenos de simbolismo, pasajes animados por la certeza de que el desconcierto y la incertidumbre son y seguirán siendo nuestras únicas recompensas.
EL VIAJE ÚLTIMO. Alejandro no fue a España a escribir este libro. Los que gozamos largos años de su privanza no nos sorprendimos mucho de ello. Sus viajes eran puro cuento; quizá el último también lo sea y algún día descubramos que no se ha ido, que anda por aquí, tramitando una papelería escabrosa y, Quijano distraído, en busca del taxista Sánchez que se llevó su cartera. Como quiera que sea, el territorio enorme en el que se mueve su literatura no requería de grandes desplazamientos físicos para construir las atmósferas minuciosas y seductoras que atrapan a sus lectores. Aunque era censor de efectismos fáciles, su narrativa no carece de efectos precisos y duraderos. Como duradera deberá ser la vigencia de su obra intrigante y dolorosa, profundamente comprometida con el espacio que más le interesaba explorar: los derroteros insospechados del alma humana.
JUEVES 26 EN PROFÉTICA. Tan cerca, tan lejos de Alejandro Meneses se presenta, finalmente, el próximo jueves 26 de enero en Profética, Casa de Lectura (3 sur 701). Participan con toda seguridad (si no se van a España o pierden su credencial de elector), Beatriz Meyer y Julio Eutiquio Sarabia. La editorial, Educación y Cultura, ha ofrecido que no faltará el vodka oso negro del cual era ombdusman el autor del libro.

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