A veces quisiera seguir la tapia, averiguar hasta dónde está el final, dónde me llevará. Sentir los adobes deshaciéndose entre mis dedos, pegados a la pared, a su rugosidad, sin pensar en lo que dejo atrás, o si tengo que volver.
Escribo cuentos y trabajo en una librería. Y aunque eso sea algo para celebrar, los años siempre estarán contaminados con dos manchas negras: la ausencia de mi abue y mi profe, Alejandro Meneses. Los extraño desde el primer minuto.
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