Para tener siempre presente la pérdida; para que al seguirla sufriendo, me acompañe.
DÍA UNO
Beso tu mano de
piedra blanca,
aristas doradas.
Brillantes.
Frías.
Con un dedo,
pruebo tu alma hecha de ceniza.
DÍA DOS
Te esperé por la noche.
Dormí
cuando el sol
comenzó a extender sus dedos sobre la tierra.
¿Por qué tardas tanto?
DÍA TRES
Calles.
La Catedral.
Una palabra en el papel.
No puedo olvidar tu ausencia.
La rosa blanca frente a tu rostro
se deshojó.
Dos letras: E y C.
¿Fueron tus dedos?
DÍA CUATRO
Ayer,
pinceladas transparentes.
Hoy,
el trabajo: la fábrica,
igualaciones, peróxido, teñido de algodón.
No hay palabras
–aun ellas son agujeros.
DÍA CINCO
Soñé;
soñé que te soñaba.
Tu nombre
entre palabras de un idioma muerto.
No te vi,
no te he visto.
DÍA SEIS
Reproche:
uso tu partida
para escribir,
¿me lees?
¿Puedes perdonarme?
DÍA SIETE
Muerte de un día,
cambio de nombre:
día de Venus,
día Estrella de la tarde,
cincuenta y dos espacios vacíos
en el calendario,
junto al sábado.
DÍA OCHO
Tu voz de silencios.
Oídos sin tímpano.
Piel hecha de aire.
Hablo.
No oigo, no toco.
Beso tu frente de piedra blanca.
Te dejo volar.
DÍA NUEVE
Pregunta
–a Dios:
¿por qué,
al liberar su cuerpo,
silenciaste mis latidos?
Friday, September 02, 2005
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
2 comments:
Hermoso.
Quisiera escribirle algo a mi padre... pero no sè. Tal vez después.
Qué bueno que te gustó, amiga. Y sí, escríbele a tu papá algo. Si lo haces, lo leerá como espero que mi abue haya leído ésto.
Post a Comment